Arq. Vicente Vargas Ludeña
El Contrato Social
que los pueblos del mundo tienen
celebrado con sus respectivas elites, ha caducado. Las garantías que en otros
tiempos se otorgaban, algo funcionaba medianamente; se conformaban, porque el
invento ateniense de convivencia y relaciones de poder llamada: democracia, los
hacía soñar con horizontes desconocidos y halagadoras esperanzas. Hoy, esto ha
dejado de existir. El neoliberalismo despedazó el principio de Rousseau. La
democracia quedó reducida a una caricatura, una marca, un producto
político-electorero.
Las Naciones se disuelven, literalmente se derriten. Europa
gira vertiginosamente en un vórtice que se traga todo el bienestar de sus
pueblos. Estados Unidos, con las
recientes elecciones, acaba de enseñarnos sus entrañas corrompidas. El País del
presente es un atrofiado gigante que perdió el rumbo en la dogmatización de su
Destino Manifiesto. La dialéctica de la historia y sus leyes de las
contradicciones es implacable; el auge, apogeo hegemónico imperial, en la posmodernidad, ya no es de siglos; como
si lo fue en épocas históricas; los imperios casi eran eternos: los persas,
egipcios, griegos, romanos…Hasta los británicos gozaron de prolongados tiempos
y extensas geografías en sus dominios.
El triunfo electoral de Donald Trump en los Estados Unidos es
una prueba de los asertos que prolongan esta reflexión. La contienda entre dos
personajes diferentes en género, mas no, en estructura moral y política. El
destino mercader, tahúr y ególatra del uno; y la foto taxia de la otra, atraída
como los insectos por la luz con graves amenazas de ser calcinada por el calor,
siempre revoloteando alrededor del poder político y sus prácticas subsidiarias.
Casi toda su vida está marcada por el “juego de tronos”, con todas sus consecuencias
de glorias y derrotas bañadas por corruptos enjuagues.
El sistema mundo de nuestra civilización se encuentra como el
cosmos, en permanente y eterna expansión; desde el origen mismo –su Big Bang-.
Pero ese fenómeno de la humanidad y su desarrollo que va apareciendo, es
angustiosamente lento y prolongado. De ahí, la expresión totalizadora de
Antonio Gramsci: “Lo viejo no termina de marcharse, como lo nuevo no termina de
llegar”. Claro, no hablamos de ciclos, son viajes sin retorno hacia nuevos
horizontes civilizatorios; aunque eso signifique conflagraciones exterminadoras
de una parte de la especie. Es semejante a la evolución de determinados
antropoides que se quedaron clasificados simplemente como antecesores del homo
sapiens. Puede parecer apocalíptico pero no lo es. Es el inexorable desarrollo
de la las fuerzas internas de la dialéctica. Es marxista y darwiniana la tesis,
pero hay leyes que mueven el viaje y el de sus pasajeros.
La interpretación de triunfo electoral de Trump para llegar a
la Presidencia de su Nación tiene varias vertientes. Así como la adjetivación a
cada uno de los aspirantes, es poliédrica. En el País de la ciencia y la
tecnología, de ciertos avanzados derechos, el machismo se expresó con toda su rudeza.
Hillary Clinton fue más escrutada por su misma sociedad que Trump.
Independiente de sus debilidades, en una sociedad machista y misógina estas se
agigantaron. Trump se desempeñó con la solvencia del macho alfa en la manada. El
elector norteamericano no tiene los mismos valores que otras regiones: Europa o
América Latina; donde permanente son elegidas mujeres. Cuidado, no es la causa
primaria ni única, de los resultados electorales.
La diferencia aritmética del voto popular entre uno y otro,
es de un empate técnico: H. Clinton 47.7 %; D. Trump 47.5 %. En cualquier lugar
del planeta, la ganadora habría sido la Clinton. Son millones de votos, a pesar
que la participación ciudadana es de más o menos el 50 %. Sin embargo el sui generis
sistema electoral de esa Nación; es aplastante la diferencia de los 538 Electores
que debían compartir. Trump se llevó 306. Resulta peregrino el circunloquio,
que unos pocos pequeños dioses definan con su dedo olímpico quien será el
Presidente. Esa trampa histórica montada para evitar que se filtre algún
advenedizo libertario o esclavo cimarrón; hoy es su propia tragedia y
vergüenza. Esta clave es fundamental para comprender la falsedad del concepto
de democracia que practica ese País. Y
lo peor, es que eso, lo convierte en leitmotiv para agredir a otros pueblos del mundo.
Las maldiciones por el triunfo de Trump que hoy se escuchan
por todas partes, se multiplican, mientras sus votantes retozan a la sombra esperando
sin saber qué esperan. Sería deseable que aquello sucediera, porque están
seguros y convencidos que se perdió una oportunidad de que la otra candidata
contendora sería superior en el ejercicio del poder. Pero se equivocan. Porque
en términos del bien común Hillary Clinton es de la misma estatura moral.
Recordad siempre: la ética y la política son inseparables; hasta lo estético puede
ser diferido a otras sensibilidades. Pero la moral debe ser el motor. Se
escucha por todas partes que es la autovaloración de si mismo que Trump se
trazó la meta, desde casi, su infancia. No es convincente esa aseveración,
porque su vida zigzagueante en la salvaje selva del dinero, él ha salido
ganador; en aquello es exitoso porque el sistema lo aúpa.
Si, con Trump más hay preguntas que respuestas en la población.
El aprendió y explicó todas las respuestas que el elector deseaba escuchar. Ahora esas preguntas
que nadie se las ha cambiado, ahora debe
responderlas satisfactoriamente, desde el poder. Jamás en las campañas
electorales los candidatos detallaban los problemas y soluciones de su País, se
ocultaba conscientemente, y se pasaba a frivolidades… la política banal. Las
estadísticas de un debate se remitían al traje, la sonrisa, los gestos; nunca a
la profundidad de las ideas, ni los diagnósticos y las propuestas. ¿Qué ha
cambiado, para que todo cambie en la presentación de la política en los Estados
Unidos? Trump elaboró un relato que acariciaba los oídos de los potenciales
votantes. Es Ulises en su encuentro con las sirenas encantadoras, él se amarró
al palo mayor, y la tripulación se taponaron
con cera los oídos, otros cayeron en al canto embriagador.
Aquí vale una digresión. Las derechas que están en la
oposición en América Latina y sur de
Europa, se limitan a manosear monsergas: la democracia, la libertad, los derechos
humanos, libertad de expresión, prensa y todo el libertinaje financiero y
bancario, etc. Son aspirantes al poder sin: aliento, discurso narrativo, ideas,
peor inteligencia.
Armado el discurso unívoco e inequívoco, según sus arúspices
y patrocinadores, se lanza a buscar ingenuos y de los otros, que lo sigan. Lo
consigue exitosamente. ¿Quiénes son?
Los blancos (WAP) son los primeros que receptan y decodifican
el mensaje. Interpretan con claridad que ocho años más, y el peligro de
continuarlo con Hillary Clinton, sería su extinción. Se presentó la oportunidad
de su recuperación supremacista. Debemos advertir que la violencia futura por
el poder político, no nacerá de los negros, inmigrantes u otras minorías. Serán
los blancos que iniciarán, cuando las contradicciones se agudicen, la lucha
armada. Para este sector social, es imprescindible regresar a sus primigenias
epistemologías de una sociedad exclusivista y predestinada por los Padres
fundadores. La escala no cuenta: pobres, profesionales, comerciantes o
banqueros, todos consideran que llegó la oportunidad. El arco que la historia,
desde la fundación habían construido; todos los presidentes debían ser blancos y
pertenecientes a las élites; de pronto se rompió con la presencia de Obama:
negro y de padre extranjero, su único activo era el talento y su inteligencia.
Eso no es indispensable para ser Presidente. Ya lo ha precedido una manga de zafios.
Sobre aquella fractura la presencia de una mujer ponía en riesgo la estabilidad.
Como en el Imperio romano en decadencia podría aparecer un Julio César
dictador.
Retazos de la clase obrera que sobrevive, especialmente en
las zonas depauperadas del pasado industrial. Ofreció el retorno de la parafernalia
manufacturera; los viejos que vivieron esas agitadas jornadas en las fábricas,
le creyeron como al hechicero. Claro, ese discurso lo adobo con complicadas
políticas internacionales de comercio mundial: NAFTA y otros mandamientos de la
globalización.
El segmento que ocupa
la nula educación, cultura o práctica política en ese País: los jóvenes, víctimas
y victimarios a la vez de un sistema estragado por la frivolidad, banalidad que
se subsumen en un mundo falso; buscando en la industria del entrenamiento y
otras compuertas de escape la explicación y justificación a sus propias
existencias. Sin embargo en estas elecciones algunos empezaron a comprender su
rol ciudadano. B. Sanders tenía explicación para ellos. Más, terminaron votando
por Trump, explicando algunos su íntima decisión.
La multitud de inmigrantes de todos orígenes, con un universo
repleto de incertidumbres sobre su futuro jugaron con la moneda echada al aire:
“sello o cara”. Obama los había traicionado durante ocho años ¿Por qué no lo
haría su coidearia? En ese azar siempre ganó “cara”: la de Trump. Cada vez
vemos que los pecados del Negro Nobel se convertían en fardo en la espalda de
la Clinton.
Con los negros sucedió lo mismo. Se vieron traicionados por
su sangre ¡Qué más da! También la decisión está en la moneda. Al parecer tenía
la misma “cara” la de sus antepasados verdugos. No hay interrogantes en esa
marginalidad. El pan debe estar en la mesa, no importan los caminos que
recorra. Por la diestra o la siniestra. Sus existencias no llevan seguros de
vida. Un policía lo puede tirar, estando en el poder un blanco o un negro;
republicano o demócrata.
El voto vergonzante se paseó por todas las ciudades y todos
los sectores pacatos. Especialmente en esa enorme y demencial estructura
religiosa y la multitud de variopintas sectas. Este lastre que arrastra la
posmodernidad impide el surgimiento del pensamiento colectivo y ciudadano.
Estas aberraciones místicas se asumen dirimentes entre el cielo y la tierra
provocando una metástasis social, cultural, ideológica y política. Estado
Unidos es el semillero de estos abortos mentales, que están proliferando por él
todas partes. Brasil, acaba de exhibir sus lacras morales en las curules
parlamentarias, los creyentes y practicantes de esas estupideces se impusieron
con los evangelios en la mano.
También están presentes en este abanico de votantes,
ignorantes crasos. Parte importante de la incultura política de ese pueblo.
La señora Clinton, sus
últimos días debe dedicarlos a la
pastelería y otras delicias culinarias. En esa sociedad machista ella no cabe. Por
su marido, tampoco tendrá preocupación, celos o angustias, el canario de Bill quedó
muerto en la Casa Blanca. Además, ya no tiene jaulas para el gorjeo.
Qué dios y el Júpiter tunante elegido para reinar en el
Olimpo, Donald Trump, se apiaden de los Estados Unidos. Y al mundo no lo jodan.