31 marzo 2020

MANIFIESTO


Arq. Vicente Vargas Ludeña

Desde el retorno al Estado de Derecho de la República del Ecuador 1979, la sociedad ecuatoriana está compuesta, ya, desde ese calendario, por varias generaciones. El País en su rocambolesca vida política, no había vivido la tragicómica experiencia moral y mortal de haber elegido como su Presidente un esperpéntico escombro humano: físico, intelectual y moral.
Si, “la vida te da sorpresas”, el canalla no es culpable de su ascenso lento, frío pero bien calculado de sus perversos anhelos. Somos nosotros responsables de su elección. En breves apostillas –BREVIARIO DE UN CANALLA- he descrito la estructura amoral, cínica y perversa del personaje.
Es bíblica la narrativa de la estructura que nos atrapó. Cual trompetas de Jericó, desde el primer amanecer de su mandato, anunció premonitoriamente que nos esperan las Siete Plagas de Egipto. Con ese retumbar de las trompetas empezó la demolición de débiles murallas que se habían construido en la década pasada. Y que él, en su sátrapa conciencia observaba con advertida y socarrona sonrisa: “mañana cuando yo ocupe el campo de Marte, demoleré esos muros con mis agentes, y mis ejércitos”.
Su presencia actual está escrita en piedra de dos caras. La una -cara- respondía a una selección y elección por las IDEAS, SUEÑOS, ESPERANZAS Y UN FUTURO DE PAÍS NACIENTE. El Solio se lo entregó, LA ESPERANZA POPULAR. La otra cara,  está integrada por la parvada de buitres y demás especies carroñeras. La carroña que pudrió el canalla es el maná de la burguesía nacional, monitoreada por la CIA, la Embajada el Departamento de Estado de los Estados Unidos. El festivo sonido que las hienas emiten en el banquete de su podredumbre, los hay también en esta Patria, los traficantes de la pobreza y la muerte. Más, la naturaleza, también en esta comparsa, está acompasando con su siniestra música funeraria de fondo el cortejo de los cadáveres que los hunden en ignotos huecos de la tierra; que fueron devorados por una insignificancia de materia y de vida: un VIRUS.  ¿Qué HACER?
El fantasma esperpéntico que arrastran por los zaguanes del Poder, DEBE RENUNCIAR. Su pináculo de canalla está satisfecho: dinero, fama, clase, vejez palaciega, familia con prosapia y confort.
El Binomio que funge de Sacristán en esta misa de muertos, debe regresar de donde vino: su buena cuna.
La Asamblea –lo que de ella queda- debe designar un Gobierno  Provisional, Técnico, con visión global y liderazgo moral. Su misión y realización, será detener el avance del virus y la mortalidad.
Controlado el acecho de la muerte, pensar en un proceso ELECTORAL.
Desterrar, por ahora fiscalizaciones, auditorias, juicios etc. Ya llegará el momento de ajusticiar a los responsables.
Se requiere el contingente de todas las fuerzas morales, inteligentes y sobre todo desprendidas de ambiciones futuras.