17 julio 2018

DE LA INERCIA AL PÁNICO


Arq. Vicente Vargas Ludeña
Lenin Moreno metió al País en el túnel del desastre. De la dinámica febril pasada, hemos entrado, por razones y circunstancias que más adelante se detallarán, a un “estado inercial larvario”; luego vendrá el culmen de la tragedia: el “estado de pánico”. Los pueblos de Brasil y Argentina, por ejemplo, se encuentran en la explosión del pánico: el hambre regresó con más saña sin tener por medio una guerra económica externa. Al contrario, desde Países y Organismos Multilaterales están apalancando con sus instrumentos financieros -FMI, BM y otros- las calamidades de esos pueblos que antes de la década pasada la vivieron con altas cuotas de violencia, infamia, hambre y éxodo de sus ciudadanos. La historia se repite con la aplicación ortodoxa del neoliberalismo.
Pero no es de esas Naciones que hablaremos. Son los estados emocionales que atraviesan los pueblos cuando sus vivencias se caotizan hasta el delirio y el suicidio. De esto, Lenin  Moreno conoce bien y mucho desde sus angustias vividas, y convertidas luego en tragedia. En consecuencia, la tragedia, es el mismo sujeto. En otra reflexión http://vichevargas.blogspot.com/2018/04/desde-la-conmiseracion.html -DESDE LA CONMISERACIÓN- anotaba: porqué y cómo este escombro apareció en la vida política del Ecuador.
Lenin Moreno siempre fue: “nada”, “nadie”. Ahí llevamos culpa multitudes: dirigentes de Alianza País y electores que lo tuvimos en el escenario político diez años. Hoy los adláteres que rondan la silla de ruedas –traidores por antonomasia- venden una falacia con las encuestas. El porcentaje de aceptación que bordea el 40% en decadencia, pertenecen a un grueso número de incurables odiadores de Rafael Correa, hasta Guillermo Lasso se ha delatado admirador de Moreno; el resto será un insignificante grupo de peregrinos burócratas amenazados.
Su pasado lo lleva como imborrable impronta en su anodino origen y en el “tiro de gracia” que recibió y lo postró, sin el cual seguiría cumpliendo las leyes del tiempo: envejeciendo y vegetando como sus condiscípulos y amigos, a la caza de un escritorio en los laberintos de la burocracia. Nada más. Puede parecer una sorna la frase “tiro de gracia”. Pero es real; para él, con el transcurrir de la vida se transformó en el premio mayor; aunque vocifere que no buscó, tampoco necesita el poder que hoy detenta. Desde la conmiseración, el pueblo compasivamente soñó una posibilidad renovadora. El pueblo se equivocó, o mejor, se engatusó con las sensiblerías que decodificaba en el personaje del cuento. Sus estigmas psicopáticos estaban latentes y aparecieron con toda su vehemencia amoral. Porque después de los panegíricos engolados semejante a un Zaratustra en el desierto sobre la figura de su binomio; nadie comprende como un traidor puede llevar hasta el paroxismo el odio, plasmado en un macabro plan de persecución y venganza de alguna ofensa desconocida, que a lo mejor, le endilgó su mentor, Correa.
El País se encuentra en “estado de inercia” con un espejo al pasado. Un año de latencia larval sin  horizonte ni puerto de llegada. Delegó el poder a los que siempre gobernaron el País. Lenín Moreno se retiró a su burbuja perversa que siempre ha disfrutado. Es  comprensible sus limitaciones intelectuales, morales, físicas le impiden gobernar con un verdadero Programa de Planes y Proyectos.
Sin embargo, sus alcances protervos no tienen límites. Ha montado en el espacio de poder que se ha reservado para sí, una implacable e inocultable persecución a Rafael Correa. Sus aliados que requiere para sus fines son de la peor calaña: jueces, sicarios, medios de comunicación, la Embajada de los EE. UU., banqueros, empresarios y la variopinta jorga de traidores en los altos y medios cargos de la administración pública. Del experimento que vivimos pasaremos al pánico generalizado, pagando un alto precio en el desarrollo de la Nación. Vendrá la explosión en todos los órdenes que hemos hablado antes: la pobreza, desempleo, hambre y todas las plagas que en el pasado, ya experimentamos.
De esto, Lenin Moreno conoce con detalle. En sus etapas de motivación y autosuperación que se habrá sometido en aquellas sesiones de los que sufren tragedias de cualquier naturaleza, recurren a prolongados debates entre sí. Alcohólicos Anónimos lo implantaron como terapia grupal décadas atrás.
El relato que exhibe Lenin Moreno es extraído de esos manuales. Su escasa capacidad le impide comprender que no está dirigiendo una sesión motivadora, que fue elegido para gobernar una Nación y organizar un Estado. Le han llamado a su retórica: cantinflesca, vacía, tonta, ridícula, incoherente y pobre. No puede ser de otra manera, lo hemos señalado; la tragedia no es el País. Es Lenin Moreno, la tragedia. Mañana la tragedia será nuestra. Mientras eso sucede, el personaje de la silla habrá fugado.