La honradez me hizo
ser pobre,
La pobreza me hizo
infame,
La infamia me hizo
ser rico
Y la riqueza,
honorable.
Canto popular.
Arq. Vicente Vargas
Ludeña.
Se cree que ser traidor a la amistad y desagradecido a los
favores, ya basta para ser canalla. La traición puede surgir de un enojo o una
declarada maldad. Pero el canalla tiene un largo recorrido desde que traza su
proyecto inicial. Una nueva vida. La primera cualidad del canalla es que nadie
puede conocer que lo es. El canalla conocido deja de serlo, porque ya no es
peligroso.
El canalla perfecto debe poseer: Memoria, Entendimiento y Voluntad.
Memoria para apuntar sin desvíos, siempre a su norte; Entendimiento para
conocer a sus semejantes, y Voluntad para no desmayar en su empresa.
Hasta envidiamos a los canallas, también los admiramos. El
desprecio que hacen del honor, nos resulta un audaz gesto y grande, como todo
lo audaz y magnificente se vuelve excelso. A su vez, su excelsa ruindad nos
deja absortos.
El canalla ha existido desde los tiempos de la chispa del
pedernal. Claro, el canalla de hoy, aunque lo rueden en una silla deberá ser
poseedor de un apergaminado y sólido background.
Los defectos físicos son rémoras para abrir trochas por los
espacios y tiempos que se propone forjar. Sin embargo en la época contemporánea
han dejado de ser un obstáculo para una vida casi normal: ser inválido de
movilidad lo superan con instrumentos de última generación automática, y hasta
digital; los muy baldados son arrastrados por segundas personas. Más difícil de
lograr altos rankings exitosos del canalla, lo es para un bizco. Sus
potenciales víctimas, al retorcer constante de los ojos del canalla, entran en
la sospecha, abandonando el trato y hasta huyendo. El bizco siempre será una
buena persona.
Se requiere una aclaración, el canalla bordea los códigos
penales, traza sus propios códigos para no entrar en la compleja red de la
justicia, lo cual estropearía para siempre su carrera profesional. Pasa rosando
a sus víctimas, las deja heridas en su profundo yo: honor y materialidad, luego
se aleja. Incluso hay casos que, con los tiempos, sujetos, faltos de rigor,
reconocen en el canalla un benefactor.
El canalla está por encima del pícaro, rufián o la villanía. El
rufián o pícaro muere pobre y despreciado; el villano termina sus días de un
balazo en la frente o en la cárcel. El perfecto canalla terminará sus días, si
algo no falla, aureolado de popularidad, honradez y fama.
Nuestro protagonista de la canallería representante de ésta
Republiqueta Amazónica: Don Lenin Alcanforado de los Cedrones y Amazonías. De
ancestros contradictorios, padre libre pensador, madre con trazas de abolengo. Los
canallas siempre fungen aristocracia y prosapia: largos nombres y complejos
apellidos que se los otorgan sus dinastías.
Nuestro protagonista, es un personaje que abandonó las gibarías
orientales para instalarse en la Capital, donde se encuentran todos los poderes
más poderosos: La Capital política, Capital Arzobispal, exhibiendo todos los
pecados Capitales en una selva poblada de las más variopintas razas de depredadores: aves
y felinos carroñeros; también especies que no matan para sobrevivir, a estas les
llevan el plato a la mesa: regularmente son eximios canallas. En términos de
supervivencia plebeya, también están: Los pungas, arranchadores, cuenteros,
burócratas de baja estofa: rufianes; y una cohorte de canallas que exudan
perfumes Channel en las antesalas de los Ministerios. Ésta es otra congregación
de canallas, porque los que están apoltronados frente a sus escritorios también
devienen, regularmente, de esa estirpe de canallas.
EL perfecto canalla contemporáneo, pocas veces ha experimentado
nuestra nación, en los trajines de este oficio tan humano como despreciable,
que nuestro líder se trazó, desde su llegada a estas alturas geográficas y muy
“guambra”, se propuso alcanzar las cumbres del Volcán y ahí, hincar sus pendones,
posar, exhibir triunfos y ponderar sus éxitos.
Desde su juventud, Lenin Alcanforado, el sendero canalla lo
clavó en su conciencia, a la que sistemáticamente fue adormeciendo para
contrarrestar los escrúpulos. Hasta que logro eliminarlos para siempre: El
honor, la dignidad, la honradez, los canjeó por pergaminos del perfecto canalla.
Ninguna profesión académica estaba en su agenda. El universo
del poder político lo obnubiló para siempre. Vagó por tenderetes partidistas
tras politicastros muy semejantes a él. Pero había una diferencia, nuestro
canalla vivía la etapa del “muerto de hambre”. Algunos testimonios de personas
y fotografías de la época lo evidencian. Probó el camino de la rebelión armada,
sin portar jamás una pistola.
Las crisis políticas, económicas e institucionales de la
nación de ese entonces, muy similares a la vigente lo obligaron al rediseño y
perfeccionamiento de la ruta canallesca. El canalla se exhibe, requiere público
que lo vea, admire, aplauda. A pesar de sus habilidades para enfrentar la
realidad con falsedades, la velocidad de un plomo de una pistola se le adelantó,
y lo desvertebró. Pero con su astucia de lince, al plomo lo convirtió en dorada
cuchara.
Parecían truncarse los zigzagueantes caminos de la canallada que esperaba lo lleven
al éxito. Sobrevive con manuales de autoayuda y de reflexión, con otros mal
tratados por la tragedia. Aquí pule un poco su rudimentaria estructura de
pensamiento. Hoy, en el máximo esplendor de su carrera, no abandona su
mediocridad discursiva y cognitiva.
Pero siempre encuentra
aliados de su misma catadura hasta que un día se le presenta la suerte con todo
su boato y sus luces. Frente al selecto Grupo Político que debía tomar la decisión de elegir un compañero de
fórmula electoral para la máxima representación política y administrativa de la
Nación, que estaba en camino. Los sorprendidos anfitriones ante semejante
cuadro lamentable de invalidez, de audacia de nuestro héroe para ser miembro de
aquella enorme responsabilidad; postrado en una silla de ruedas, cosa pocas
veces experimentadas. -El canalla es un excelente actor en la tragicómica vida
de deshonras-; la bonhomía es el primer retrato que extiende el canalla; un
personaje aparentemente franco sencillo, bonachón, cara de buena persona, casi
inútil, jugando a canalla en el espectro social y político más elevado. La
nomenclatura del Proyecto Electoral Presidencial, lo asume como candidato por
ser electoralmente comercial. Cuan apocalíptica decisión de aquellos tiempos. A
sus aliados, y más a la Nación, el PERFECTO CANALLA ASESTÓ LA MAS ARTERA
PUÑALADA.
Hoy se conoce muy poco, algún detalle, de su gateo en su enigmática
vida canallesca. Siempre remiso a cumplir sus compromisos económicos con los
que entabla relaciones de trabajo. El canalla oculta siempre su pasado, son
baldones que va dejando en el camino. Es, el presente, y sobre todo el futuro
que alienta a los ingenuos a creerle y seguirlo.
Don Lenin Alcanforado y otros ducados, desde que montó y
cabalgó sobre los lomos del corcel alado, Pegaso, ya no se bajó de su montura,
con él vuela por las azuladas nubes del esplendor, del triunfo y las cada vez más
encumbradas aristocracias. Aunque le importe un huevo la Patria, la noche la
duerme como un bebé. La ruta trazada por
la canallería que era su prosapia debió aplicarla con todo rigor en el momento
más crucial de la República, políticamente su candidatura a la Presidencia se
volvió indispensable desde la tendencia que hasta ese momento gobernaba el
País.
Entre las lecciones más recurrentes en el canalla, cuando han
peregrinado hasta sus aposentos para pedirle más sacrificios por la República, son
las muestras de una infinita humildad, arrecia su postura –juego del canalla-
Le proponen su candidatura al máximo poder de la Nación. Sus solicitantes
requieren dos horas para recibir su aceptación. Como lo ha hecho siempre, da
muestras de bondad, bonhomía y confianza.
Don Lenin Alcanforado es la salvación de la Patria, una vez más.
Desde el solio que
poco le importa, está buscando con su apergaminada familia un último lugar en
la tierra donde terminar disfrutando sus glorias y sus triunfos,
convirtiéndose, como todo canalla en ejemplo de honradez.
Lo dice y espera, que solo Europa y sus regiones monárquicas
pueden ser lugares que lo merezcan.
Nota: Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Amén.