12 noviembre 2015

ODIO Y DESASOSIEGO

PORQUÉ CALLAR, SI NACÍ GRITANDO

Arq. Vicente Vargas Ludeña                                                                            10/11/2015
La cotidianidad planetaria es el cráter de un volcán, donde materia y energía jamás tienen reposo. Los fenómenos físico-químicos acumulan fuerzas incontenibles que explotan luego de cierta e inquieta calma. La dialéctica de la sociedad cumple con sus propias  leyes: la economía, la política, la religión, y todo el contingente ontológico que define al ser: los valores, aspiraciones, ideología, fines y otros que organizan a los individuos en Naciones y Estados, siendo la expresión vívida de un mundo en conflicto permanente, eterno y fatal.
Las potencias hegemónicas, para el logro de sus objetivos, practican la teoría reduccionista del bien contra el mal. –Estados Unidos en un acto de desprecio al mundo y a la inteligencia, se autocalifican de “imprescindibles” por el carácter manifiesto otorgado por alguna divinidad desconocida-. Entonces, el problema es nada más que ético. Así, si la humanidad siguiese los decálogos éticos emanados de la centralidades imperiales, reinaría sobre la faz: la armonía, solidaridad, libertad y la tan “anhelada “democracia. Los genocidios que obligadamente  se deben cumplir en aras de la paz universal, son nada más que breves y pequeños tropezones en la marcha triunfal hacia el bien infinito. Las aporías del bien que nos machaca el imperio, son eso, una inviabilidad a cualquier razonamiento.
Estamos viviendo el ápice del desarrollo y aplicación de las leyes  de la sociedad civilizada, en las que salieron ganando las más primitivas: “el hombre lobo del hombre”. La destrucción, muerte y estampida que el imperio provoca, ahora, en Medio Oriente, en nada se diferencian de las atrocidades que  el Tercer Reich provocó en la Segunda Guerra Mundial. La presencia de las mismas Naciones,  la complicidad y colaboración, es igual. Solo cuando el plomo de sus propias armas llegó hasta sus goteras, solo ahí, enfrentaron al monstruo que habían engendrado. Hoy, cuando famélicas multitudes sin destino pisan sus fronteras, miden la dimensión del genocidio que están provocando en esa región.
Igual que ayer el imperio invade, destruye con todo su poder de fuego pueblos enteros, dejando fantasmas de odio que desfilan por sus calles de escombros sin rastros humanos. Aplica todo su breviario militar, político y económico. Tras esto, le sigue una trashumancia interminable de seres que caminan cual zombis de un continente a otro. Luego se enfrentan al vértigo de otro continente xenófobo que se niega a compartir, ahondando el desprecio a los otros que ellos mismos flagelaron.
Una vez más, Europa es causante y escenario de migraciones sin rumbo y ni fin, que no buscan cobijo y pan, solamente, sino que sus vidas pasadas, en sus pueblos pasados ya no existen. Se escaparon de la muerte. Nada llevan consigo: solo desasosiego
Estados Unidos es el artífice de este Nuevo Orden Mundial. A pesar de esto, no sufre más que la afrenta y vergüenza -que además le vale mierda- de ser un Estado Canalla. A sus playas, el mar no le expulsa bellos niños muertos, que  tormentas oceánicas arrebatan de los brazos a sus lánguidos y extenuados padres en la huída del apocalipsis. A sus playas le llegan gusanos, traidores, ladrones y toda la basura humana que escapan de los Pueblos que buscan dignidad y soberanía; esas estirpes son trofeos que exhiben al mundo; luego los convierten en agentes y verdugos de los lugares que abandonaron. Las guerras que provoca su “imprescindible destino manifiesto” de nación, a la que todos deben someterse, las lleva a cabo en otras geografías, lejos de su apacible y placentero amarican way of life.
Lo que sucede en el planeta mundo, se replica en Estados débiles, llenos de contradicciones internas; y que en algún  momento fueron presas de ambiciones imperiales; dividiéndolas en miniaturas territoriales de acuerdo a sus riquezas naturales y a la geopolítica mundial. Ecuador, Colombia o Perú por ejemplo, ¡Cuan diferente son!  Ahora mismo, responden al mismo patrón económico, cultural, político; están incrustados en la misma matriz hegemónica. Sus existencias están atadas,  marcadas y arrastradas al paso de los éxitos o derrumbes financieros y económicos que  viva el imperio. Pero, el estigma de la decadencia esta camino hasta llegar al maldito destino; porque la orgia moral que se ha propuesto vivir, es el inicio de la destrucción total de las sociedades. La historia lo confirma: Babilonia, Roma… terminaron su esplendor, nada más que en la memoria.
Los frenéticos áulicos que han gobernado a placer estos Países siguiendo lo decálogos del capitalismo rapaz, no otorgan un instante de tregua a quien intente construir una alternativa de esperanza. ¡Qué pequeña y laxa es nuestra memoria! Estrellas pop del desastre económico, social y político, están saliendo a la escena pública a exhibir desvergonzadamente sus recocidas recetas toxicas del neoliberalismo con las cuales ellos gobernaron; provocando hambre, pobreza, desamparo de las mayorías, y enriquecimiento -del ahora aritméticamente- comprobado 1 %. Esto no debe suceder. Estos personajes deben estar donde los jueces un día los situaron, pero nunca se dejaron agarrar, en la cárcel.
La estructura surgida en estos avatares, ahora en Ecuador, los medios constituyen las armas de destrucción masiva; lo popes del neoliberalismo, son como los técnicos del tiempo atmosférico, pitonisan el Armagedón económico, sin acertar jamás. La trinchera mediática hace lo suyo, De aquí, como la pólvora, se disemina la pirotecnia del odio; no de las elites, ellos saben que nunca pierden en los cataclismos financieros y económicos, a ellos solo les llega lejana la onda expansiva, como viento boreal; es a los pobres que los escombros del desastre los mata. Esa tragedia intentan revivirla desde la las teorías económicas del FMI.
La estupidez humana no tiene límites ni fronteras; si ayer una gavilla de rufianes destruyó económicamente el País, en una nueva oportunidad los volverán a llamar al gobierno. En España es más patética la tragedia, después de un extraordinario movimiento popular: El 15 M, de características asamblearias en la Puerta del Sol; volvieron a elegir a los mismos que antes habían depredado a la nación, pero ahora, lo hicieron con más vehemencia y desvergüenza. Todo el neoliberal Gobierno actual está imputado y prontuariado por su pasado y presente rapaz. Cuando la moral desde el poder se derrumba la Nación desaparece. “La secesión de Cataluña y otras regiones es inevitable. España es una entelequia. Franco así la ideó: en la Edad Media”.
 Existe una ley de atracción moral entre el pueblo y las oligarquías corruptas. En el Momento más álgido de la vida, donde la miseria se adueña de los individuos, se pierde el horizonte moral, se extingue el sentido de pertenencia, autoestima, acervo político-ideológico y demás valores: los que vengan a gobernar ya no importa. Ecuador ha caído varias veces en ese corsi e ricorsi maldito. Para vergüenza y escarnio fueron Presidentes entre otras fichas: Bucaram, Alarcón, Gutiérrez y otros del mismo pelaje; como símbolo del pantano que nos hundíamos y advertencia de buitres al acecho.
La clase media en los países del tercer mundo, es una amenaza a su propia existencia. Viven satisfechos con lo que han alcanzado, les aterra regresar al pasado, no les es grato las reminiscencias de sus barios bajos; algunos no pierden el sueño de seguir escalando otros espacios urbanos de mejor calidad, con vecinos de mejor calidad. Su cultura política es elemental, su educación la reciben de los medios, esa es su fuente nutricia del odio y la pasión. Son maleables y títeres de sus propios sueños, mentalmente se mimetizan en las clases altas, piensan como ellas y terminan siendo útiles a ellas. En cada región del País adquieren su propio rasgo: en Guayaquil se asimilan al regionalismo, leitmotiv de la plutocracia costeña, y tensan la cuerda entre mono y  serrano. A pesar de la mayoría tener: de inga o de mandinga. En este segmento social, se ha incubado el odio más reactivo a Rafael Correa, sin beneficio de inventario. Ya advertimos, las oligarquías no lo odian a Correa, lo ignoran; ellos tienen sus propias estrategias para volver al poder. La clase media de nuestras sociedades, sabe que nunca estará en el poder, les basta reptar para deambular por los muros. Con aquello consagra sus sueños de perro.

 El lumpen proletario es indiferente; salvo sindicalistas u obreros que valoran la utilidad de una visión  política. Los marginados crean su propia cultura de la pobreza -según Oscar Lewis- ellos no son diletantes de ideología o política, salvo cuando brigadas burguesas los invaden con  promesas a cambio del voto. En ellos existen otras urgencias cotidianas, el odio y la pasión no está en su menú. El odio está latente desde que nacen, porque ese mundo que les tocó vivir es injusto y cruel.

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