Arq. Vicente Vargas Ludeña
No es la
conciencia del ser lo que determina su existencia, es el ser social el que
determina su conciencia. Es, este axioma de la dialéctica que ha permitido
desbancar el ideal platónico reconstruido y recocido por las religiones
monoteístas: judaísmo, islamismo y cristianismo. Asignándole al humano la
dignidad y soberanía necesaria para armar su realidad existencial.
Sin embargo,
la construcción plena de la conciencia social no es un camino sencillo de
recorrer en el complejo tejido de cualquier sociedad. La realidad se presenta a
los individuos de múltiples formas y circunstancias. La religión, por ejemplo,
es una concepción ingenua y falsa del mundo. En el proceso cognoscitivo de la
realidad que rodea al ser, está la noción, como la unidad más simple y sencilla
en la escala de la interpretación y comprensión del mundo. La idea elemental de
ese microcosmos se convierte en ideología, la misma que, luego, pasa a ocupar un
puesto privilegiado en la conciencia individual y social; convirtiéndose en la
norma interpretativa de la realidad.
La sociedad en
su conjunto no discrimina, entre conciencia social e ideología dominante con
facilidad; ese fenómeno es objeto de largos y complejos procesos de aprendizaje.
Son las estructuras del poder, las que se encargan de construir, desde el
sistema dominante, los aparatos ideológicos, que deberán ser reproducidos y
reconstituidos históricamente. La cosecha del arroz, su comercialización y
consumo, no es posible, si no se repite el ciclo reproductivo: el suelo, la
semilla, el agua, la cosecha… y demás pasos a la reproducción infinita; caso
contrario esa gramínea se extinguiría. Los aparatos ideológicos del sistema,
son los muros de contención de las masas, y nutrientes, a la vez, que alimentan
al sistema político, económico y social. Es decir al poder total. Los aparatos
ideológicos del sistema son múltiples, en cualquier sociedad. En el pasado eran
disímiles, en la globalización se uniformizan por las nuevas tecnologías de la
comunicación y la información. El consumismo, como modelo ideológico global,
por ejemplo.
En el
capitalismo, todos los aparatos ideológicos funcionan al unísono, en concierto.
Adquieren cierta autonomía por su diferenciación funcional en el contexto de la
sociedad, pero todos apuntan a fortalecer y reproducir el sistema. El
mercantilismo, forma económica que convierte la mercancía en fetiche, erige al
consumo en una estructura ideológica. El misterio y miedo abrasador de la
muerte, y el negro infinito del más allá, consagra la aventura mítica de los
dioses en ideología a la religión. La mujer en la sociedad, en el pasado y
presente, ha jugado y juega el papel que
los procesos en el seno de las formas de producción le asignaron desde la
niñez; la prepararon para madre y esposa, con las muñecas y los juguetes
domésticos, y por supuesto con una buena dosis de coquetería; mas tarde la
convierte modelo y símbolo sexual. Así, podríamos ir encontrando, como la
realidad de un mundo aparente se va convirtiendo en ideología. Estructura
inmaterial indispensable, para que funcione el sistema dominante la sociedad y
los individuos.
Existen
marcadamente dos realidades en el mundo perceptual de los ciudadanos. Son como
en la dinámica de fuerzas: dos potencias de diferentes magnitudes, dan como
resultado una tercera. La realidad, que el sistema a través de sus aparatos
ideológicos -religión y medios entre los mas descollantes y eficaces para
lograr la alienación necesaria- nos somete, lleva en sus entrañas diversidad de
realidades; desde el realismo mágico garciamarquiano propiedad de nuestras
impías realidades latinoamericanas; pasando por el surrealismo, en el cual, el
inconsciente es la región del intelecto donde el ser humano no objetiva la
realidad sino que forma un todo con ella; realidad, que más que ello: es un
sueño. Hasta el hiperrealismo descarnado y amarillista, con crónicas e imágenes
que ofenden a la más insensible de las
conciencias; páginas y pantallas amarillas, llenas de sangre y semen. La
religión nos embauca y atrapa en el miedo con el Apocalipsis bíblico, y la
maldita prensa nos narra y dibuja una País en el que no vivimos, porque niega
toda realidad esperanzadora, traza una sociedad que se consume y desgarra en
nuestra presencia. Nada, ni nadie acierta, tampoco comprende el camino que
hemos elegido, peor, a soñar una Patria para todos. Según los aparatos
ideológicos del sistema que nos abruman, estamos desfilando como corderos por
las rejillas de las alcantarillas rumbo al inframundo de los excrementos. Mundo
del que somos muy merecedores, por aceptar sin sus mediaciones el futuro que
nos otorga el nuevo destino político. Abrir las páginas de los periódicos, ver
la televisión, o acercarse a otros medios el ciudadano se encuentra que el
supremo hacedor, se marchó de vacaciones, o este coto, no es de su pertenencia,
porque el caos se apoderó de esta Patria
desolada. A esto debe sumarse la fuerza demoledora de los grandes medios
globales: la creación y combate de un enemigo que lo intentan compartir con
todo el planeta: el terrorismo. “Monstruo mítico”, contra quien se debe luchar
sin discriminación, el lucifer que reemplazó al comunismo del siglo pasado.
Así mismo,
hay, la cotidiana realidad de los seres que bregan sin cesar en la lucha de sus
existencias, que lleva y trae, angustias, desdichas, alegrías, horizontes
plenos para el encuentro con la felicidad. Es la vida real, verdadera, que se
desarrolla ajena al mundo de infamia que narran o dibujan los poderes fácticos.
Pero, tampoco esa vida objetiva y real, es la que podemos y debemos escribirla,
porque no quedará registrada en la historia.
Existe una tercera realidad, que es el resultado
de la ficción tramposa creada por los aparatos ideológicos del sistema y la
vida rutinaria de los ciudadanos, diseñada por los grandes y sagrados poderes y
es la que se grabará en la memoria colectiva. Como dice, Vargas Llosa: “la
verdad de las mentiras”, concepto válido en literatura, pero aplicable al mundo
mediático. Verdades que jamás se conocerán, verdades trucadas y truncadas,
mediatizadas, orientadas al beneficio de los grandes intereses, principalmente
económicos. Finalmente, estamos condenados a consumir realidades canallas, con
las que será imposible construir una sociedad con justicia, equitativa,
propositiva y moral.
El último
episodio en la agresión imperial a Libia, nos demuestra fehacientemente, el
realismo que debemos consumir y aceptarlo, como hechos consumados. Los aparatos
ideológicos deben aportar con sus recursos técnicos, estéticos, teatratales en
la representación de lo que esta sucediendo, y luego de lo que vendrá. En un
plató de televisión se monta el decorado, simulando la estructura militar del
enemigo que deberá ser tomada por asalto en la batalla; así mismo se busca
actores y extras para dramatizar la perversidad del enemigo e infundir el odio
necesario en el receptor, para justificar la invasión. El imperio a través de
la OTAN, vendió la realidad más canalla que se pueda oír, la defensa de los
rebeldes que buscaban la cabeza de Muamar el Gadafi. Mientras garrapateo estas
líneas, la nueva sede del imperio: París, y su nuevo Emperador Sarkozy, está
trazando nuevas líneas geoestratégicas militares en el globo. Siria e Irán
serán los nuevos objetivos de la agresión, lo cual indica el inicio de una gran
conflagración mundial, con su consecuente reparto del planeta. En tiempos no
muy lejanos, los colegios de educación media, deberán aprender una nueva
geografía física y política. Si en el pasado, era incomprensible la actitud
demencial de Hítler, ahora, nos será más fácil comprenderlo.
Apostillas. Los
apologistas, sustentadores y padrinos de los aparatos ideológicos y represivos
del sistema, que han delinquido en el Ecuador se han refugiado en los santuarios de Centro y Norte América; han
huido de la forma más vergonzosa y cobarde. Todos infundieron pavor y
marketizaron sus imágenes como paradigmas de prohombres, cuando se los veía
actuar aquí: valientes, inteligentes, honrados impolutos, llenos de verdades…
pero silenciosamente fugaban, cuando se encontraban frente a su inminente
captura, condenados por sus delitos. En
eso deben aprender de Fujimori, actuó como un samurai; voluntariamente desde
sus ancestros japoneses, regresó al Perú, y se entregó a la justicia ¡¿Será un
problema de raza?!...
Este artículo
fue publicado el 1 de septiembre del 2011, en mi Blog, que fue contaminado -vargasludena.blogspot.com/2001/09realidades-canallas-arq.html-.
Lo replico porque la realidad global no ha cambiado, además porque el texto
permaneció muy poco tiempo en la red.
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