10 diciembre 2015

UN PIE EN EL ESTRIBO


Arq. Vicente Vargas Ludeña                                                             09/12/2015
La apabullante victoria electoral parlamentaria de la derecha política en Venezuela, es sencillamente inédita, inesperada, y desconcertante para sus mismos patrocinadores.  Humillante para el Gobierno del Presidente Maduro. No es fácil a priori un diagnóstico de dicho fenómeno. Se requiere el manejo de varias categorías y especialidades: sociológicas, políticas, marketing, comunicacionales, semióticas y hasta de inteligencia. Hay indicios de circulación de dinero por el voto. Los simplones, oficiosos y baldíos mentales de la política y del mundo que les rodea, concluirán ingenuamente: que el comunismo, el socialismo –como los zafios confunden y mezclan en alarde estigmatizador- están desapareciendo y que los pueblos prefiere el pasado conocido, al presente opresor sin libertad. Claro está, para aquellos, sus conocimientos del mundo exterior lo abrevan de la única fuente: la mass media. Sin embargo, en un galimatías ultramontano, algunos se atreven a sostener que en Estados Unidos existe un régimen socialista; razón del apocalipsis de los pueblos. Y que los refugiados de los conflictos regionales son inútiles y mendigos trashumantes del  mundo.
Aplicando un proverbio chino, intentemos ilustrar los dilemas que este fenómeno político nos presenta: “Si uno no entra en la guarida del tigre ¿Cómo podrá apoderarse de sus cachorros?” Esta sabiduría oriental expresa con claridad el camino para el conocimiento de la verdad: fundamentado en la práctica, las categorías y los conceptos teóricos; en los sucesos electorales que nos preocupa.
 La lucha política en Venezuela tiene un marcado carácter de clase. La lucha de clases en pleno apogeo y vigor; las contradicciones de la sociedad en toda su magnitud. Las oligarquías y sus herederos aupados incondicionalmente por resortes imperiales del Norte y Europa en feroz batalla por regresar al pasado de sus ancestros históricos; y al edén de sus devaneos y festines interminables con la riqueza de la Nación. Por  otro lado, el Gobierno y sus integrantes como expresión de clase marginal de cualquier poder: económico, social o político; que deberá dirimir el conflicto en las calles, porque jamás tuvieron otros espacios para el logro de sus objetivos. Los que ignoran el marxismo, -que son multitud de palurdos; o los que lo reniegan de él, verán hoy más que en otro momento y lugar contemporáneo el enfrenamiento por el poder. Estaremos ante una Comuna de Paris 1871; un Kérensky menchevique y Lenin; o el Chile de Allende y el gorilismo pinochetista. O, las guerras de Liberación de la segunda mitad del siglo pasado. Si acaso el Gobierno de Maduro y las masas están dispuestos a desafiar al fascismo internacional y dar batalla de cualquier magnitud.
 El proceso de cambios y transformaciones que Hugo Chávez emprendió, chocaron con duras vicisitudes, atentados, golpes; y una oligarquía que jamás resignó sus privilegios y su poder  en la inmensidad de la riqueza petrolera; de ahí su carácter patrimonialista y rentista de esa casta.
 La visión ideológico política, en el manejo gubernamental por  parte de Chávez, nunca estuvieron muy claros los senderos hacia la construcción de una moderna y revolucionaria Venezuela. El aparato burocrático pendulaba entre la planificación y la improvisación. La administración orbitaba verdaderos agujeros negros: la seguridad ciudadana; la contemplación con el desclasado moral que su miseria lo precipita al delito, el sistema carcelario y sus sucedáneos: la justicia, la policía; el manejo indiscriminado de los subsidios; se alimentaba con ligereza la plaga de la posmodernidad: el consumismo y fomentaba el hedonismo caribeño, en un País donde la banalidad y la frivolidad es la ideología dominante que reemplaza valores trascendentes; la nunca salida del rentismo petrolero; la omnipresencia del estado benefactor sin ninguna capacidad de conciencia de clase del beneficiario; la incomprensión de la amenaza delincuencial colombiana, azuzada por refinados personajes amorales -Álvaro Uribe y su combo de narco paramilitares, por ejemplo-. Y otros errores están fracturando el presente, con serias amenazas de una cruenta salida.
Sin embargo es paradigmático el papel de Hugo Chávez en una nueva concepción del Estado frente a las desigualdades sociales y económicas. Luchó con ahínco para reducirlas, aunque desde una perspectiva paternalista. De ahí que los enemigos lo calificaran de populista. La inclusión de las fuerzas armadas a los quehaceres ciudadanos en mancomunidad cívico militar alertaba y asustaba a los inmovilistas. Las energías que consumió hasta el ultimo día de su vida en la integración Regional no tiene parangón en Latino América y el Caribe, salvo en los sueños de Bolívar. Ese solo pergamino es suficiente para competir y compartir con las tabletas de arcilla de la colosal Babilonia.
Hoy, Venezuela entró en un túnel sin tiempo con el triunfo electoral de la extrema derecha para la Asamblea Nacional. Ya lo demostraron en las pocas horas que fueron gobierno el 11 de abril de 2002, tras el Golpe de  Estado encabezado por el comerciante Carmona Estanga, fue similar a “La Noche de los cuchillos largos” ideada por Hitler y ejecutados por sus hordas nazis. Desataron todos los demonios ocultos en sus entrañas persiguiendo hasta los fantasmas del chavismo. A Diosdado Cabello lo condenaron a comerse hasta la alfombras, porque el cerco que le tendieron en la Embajada de Cuba, era para matarlo de inanición.
Durante años, estos personajes de compleja descripción por su mediocridad, estructura mental fascista, negados a cualquier iniciativa creadora; han acariciado y a veces poseído migajas de poder, han pasado por alcaldías, gobernaciones sin lograr trascendencia alguna, además a ellos no les interesaban los  gobiernos locales, no se conformaban con pequeñas presas, solo  poseyendo  a la bestia viva,  saciarían su hambre  -como decía un personajillo ecuatoriano de arrabales políticos en ese entonces del CFP, sobre las troncha en el mantel  y las migajas en el suelo -. Hoy tienen “un pie en el estribo del poder total. De él no se bajaran, hasta no desmontar del corcel a Maduro. Tampoco les será fácil. Pero, ya conocen el olor de la sangre, y la fiera cuando huele ese fluido afila sus garras. 
Lo extrañamente miserable es que el túnel, este sí con tiempo histórico, que esta casta de burgueses han construido desde las guerras de la independencia, solo han generado un País para unos. Llanuras y montañas para otros. Ciudadanos los unos, cimarrones, aborígenes y emigrados los demás. El mismo modelo de todo Hispano América. Pero la Venezuela que se edifica desde la década del cincuenta del siglo pasado, es la apoteosis de la riqueza y el poder de las élites. Caracas es el ombligo de la región, la arquitectura adquiere niveles de vanguardia porque se construye la metrópoli del esplendor. Emigran arquitectos de escuelas reputadas y profesionales de todos los conocimientos. Así mismo va apareciendo el desclasado, la mano de obra, el emigrante, y toda la composición social que organiza la cultura de la pobreza, como la llaman algunos antropólogos, el lumpen proletariado en lenguaje de los sociólogos que construye el tugurio –barrio miseria o como quiera denominárselo- más grande de Latino América que se llama Petare. Las mismas elites que ahora ofrecen un futuro de luces son las que, en conjuro con las transnacionales del Norte despojaron la dignidad y la miserable supervivencia que el pueblo se forjó. El Caracazo fue una explosión de rabia y rebeldía.
Un sector de la Venezuela pre-chavista, era, sigue siendo, nada ha cambiado, un remedo grosero y vulgar del american wife of life. La cultura de ricos y famosos trasladada en su más conspicua Fashion week. En consecuencia la frivolidad y la banalidad como súmmum de la cultura en general. Y por qué no, en ideología. Los padres engendran reinas de belleza, no hijas; peor ciudadanas. Hollywood vive en la atmósfera del jet set. La evocación envidiable y babosa de la chusma de la idílica vida de esas estrellas.

Sintetizando, la gran burguesía ha herido de muerte al proyecto de Hugo Chávez, apoderándose de la Asamblea aplastantemente en las elecciones. Ellos no están ahí, para legislar o fiscalizar a los otros poderes. Están para demoler lo que el chavismo ha construido.  Si en actos pasados la derecha derrochaba violencia, creo que desde el chavismo el vuelto será mayor. No es imaginable que se dejen arrebatar el poder en aras de falsas banderas de paz. Estas no han existido jamás. 

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