Arq. Vicente Vargas Ludeña 27/04/16
El terremoto del sábado 16 del mes en curso, removió toda la materia
de la superficie terrena que alcanzó la onda expansiva desde su epicentro;
hasta las emociones y sentimientos más hondos, especialmente, porque la muerte
acompasó la tragedia y el miedo. El reino animal alertó sus instintos y los
hizo decidir en instantes ante el peligro de sus vidas. Ellos, generalmente, no
sucumben a las fuerzas de la naturaleza, porque sus arquitecturas devienen de
las propias leyes de ella. La naturaleza inerte expuso su estabilidad dinámica de
acuerdo a su propia estructura interna de la materia.
Los espacios arquitectónicos y otras obras que el hombre
construye, están sometidos irremediablemente a una serie de fenómenos externos
que van desde la silenciosa pátina del tiempo; la lenta pero indeclinable
oxidación de los materiales; hasta los cataclismos que sucumben los sueños de los
hombres.
A fuerza del error y el acierto –etapa empírica-; la
acumulación de la experiencia y luego la presencia de la ciencia, la humanidad desafía
parcialmente las desatadas fuerzas de la violencia destructora que amenaza la
vida misma.
La historia de la arquitectura, es la historia de la
humanidad. Las estructuras milenarias que hoy testimoniamos revelan el pleno
conocimiento de determinadas leyes físicas que organizan esas creaciones de las
civilizaciones que las levantaron. Los monumentos arquitectónicos históricos
nos evidencian que sus autores tuvieron dominio de determinados fenómenos físicos; conocimiento de las cualidades
intrínsecas de los materiales: la piedra como principal elemento; funciones que
cumplirían las obras; y potencialidad de sus conocimientos en la búsqueda de
más audaces, bellos y perecederos monumentos. Las Pirámides de Egipto son
íconos de esa eternidad de la piedra. En Palmira restos arqueológicos de una deslumbrante
ciudad, hoy Patrimonio de la Humanidad, en
la República Árabe de Siria, acaba de
suceder algo demencial: adocenados –como todos los basurales de las religiones-
en nombre de alá dinamitaron, y a martillazos se empeñaron en demoler las
ruinas de un complejo romano de dos mil años de antigüedad. Sin embargo muchos
elementos se resistieron a terminar su función ahora histórica y estética en el
suelo, ante la estupidez de alienados islamistas.
El terremoto que afectó a una región del Ecuador que causó el
derrumbe y desquiciamiento de las construcciones existentes; tiene varias
explicaciones. Básicamente se fundamentan en reproducciones de determinadas
tipologías arquitectónicas y estructurales, que empíricamente comprueban que
funcionan, parecen agradables a muchos y son relativamente fáciles de hacer.
Carecen por completo de estudios del suelo y función estructural. En definitiva
son arquitecturas sin arquitectos e ingenierías sin ingenieros. Son la
inspiración y sudor del maestro de obra y su equipo de albañiles y otros
oficios; mas la presencia del propietario agregando sus novedades estéticas y
funcionales. A esto se debe agregar el crecimiento espontaneo horizontal y
vertical de la construcción. Esos son los prolegómenos de las edificaciones que
se levantan en las ciudades. El tejido de las urbes se realiza a espaldas de
los gobiernos locales. A veces las mismas autoridades son socios y cómplices de
la miseria por venir.
Pero, lo que es inadmisible, es que el alcalde de Guayaquil
con fresco cinismo pregone que el viaducto ubicado en una arteria vital para la
movilidad de la ciudad, se venga al suelo; y consuele a la comunidad con un
burdo argumento: que ya cumplió su vida útil. Que sus años de uso caducaron a
los 34 años de existencia.
Esa obra fue mal diseñada y mal construida en el año 1982,
por el mentor del actual alcalde: León Febres Cordero. Era una obra para un
pueblo que jamás había visto una vía vehicular elevada; y el lerdo peregrino
ufanaría su chovinismo, que a sus polvorientas calles había llegado la
civilización. El alcalde debe saber que una estructura de hormigón armado
sometida a las normas de construcción universal, el hormigón adquiere
propiedades más resistentes con el transcurso del tiempo. Lo demostramos en los
antecedentes de esta reflexión. Una construcción anti técnica no mejorará con mantenimiento; esto puede
resultar más costoso que la obra misma. Simplemente su demolición oportuna es
la solución.
Aquí surgen
inquietudes ciudadanas: la gran prensa escrita y de las otras, a más de una
crónica laxa y gráfica no han dimensionado la mediocridad de los gestores. Pero
habrían convertido en una metáfora el
colapso del régimen, si aquello fuera una obra del Gobierno de Correa. Siempre
la doble vía, la hipocresía alcahuete; a pesar que hubo personas muertas.
Los socialcristianos se enquistaron en el poder municipal
hace 24 años. Febres Cordero fue el patriarca de la derecha más reaccionaria,
después de su fracaso en la Presidencia
de la República, diseñaron para Guayaquil un estilo de gobierno en el marco de
sus visiones políticas y principalmente económicas. No diseñaron una ciudad en
el tiempo, ni para el tiempo. Ella sigue su propia dinámica hasta volverse un
amorfo conglomerado humano, que ni los arquitectos “maiameros” traídos desde
los Estados Unidos para darle a Guayaquil ese glamur, que tan rentable resulta para el capital
inmobiliario; no han comprendido que clase de ciudad exige esta geografía
social. Las elites guayaquileñas requieren el manejo del Municipio como
epicentro del poder político oligárquico; mantener sus privilegios económicos y
hacer negocios; adoptar posturas genuflexas ante la Embajada para que coadyuve
a la recuperación del poder total; y botarle presas al mercado. Sálvese quien
pueda. El actual alcalde con posturas de menor tamaño, pero con la misma prepotencia
e incapacidad, tienen adormecida a la gente con el “spot publicitario de la
ciudad regenerada”. Su verdadero objetivo lo oculta y espera que algo suceda
para saltar desde los hombros de los enanos que lo rodean, al poder de la
República.
La vida útil del señor Nebot, caducó. A mas de sus posturas
gamonales ¿Qué otro valor posee? ¿Académico? ¿Intelectual? ¿Teórico de alguna
doctrina? ¿Propulsor de una ciudad del futuro? ¿Indique sus diferencias
cualitativas con un alcalde de cualquier ciudad? ¿Político tertuliano con bagaje?
¿Escribano de algún episodio de su vida? ¿Gestor de mega proyectos urbanos? Las
competencias que constitucionalmente le corresponden a su gobierno las diluye
en unidades rentables para los empresarios aliados. Desempeñar funciones
edilicias en la ciudad más poblada del País no le otorga ningún merito si no lo
ha cualificado. Repito, son 24 años de vueltas a la noria. La masa informe recibe
algunas migajas, a cambio de aplausos en cada vuelta que da.
APOSTILLAS
DEL ODIO A
LA GENIALIDAD
Un columnista del
diario El Universo propone una genial idea: utilizar los trabajos preliminares
–movimiento de tierra- en el Aromo,
Manabí, para reemplazar la función de la Refinería de Petróleo, que se
encuentra en proceso de construcción; por una ciudad satélite que albergaría a
los damnificados del terremoto reciente. Algunos aplauden la “genial y original
sugerencia”. A Estos personajes del pasado les importa un carajo el País y su
gente. Son la médula pensante socialcristiana.
Es de preguntarse, porqué no
han sugerido alguna de sus genialidades al alcalde Nebot, para que
cambie la función de una estructura iniciada y abandonada para un Casino –sala
de juegos de azar- en el Malecón Simón
Bolívar; por otra más prosaica.
Yo, en ese bastardo submundo del odio genial, me aventuro a
sugerir al Alcalde que lo reemplace por un Prostíbulo. El juego de azar está
prohibido en la Constitución. La prostitución, no. Se la tolera. ¡No les parece
genial! Juego y putería son actividades gemelas en el bajo mundo. Le podríamos
añadir otra función extremadamente rentable: un kiosco anexo al complejo para
ventas al detalle de una variada gama de drogas. Todas tienen los mismos genes
morales en las invisibles fuerzas del mercado.
Nota: Estas Apostillas fueron publicadas en Facebook.
Recomiendo la lectura de un texto en el BLOG sobre la Ciudad. “Guayaquil,
Paisaje y Paradoja”