30 mayo 2016

¡TRUMP ANTISISTEMA!


Arq. Vicente Vargas Ludeña 
Inicialmente surgió la idea de tratar simultáneamente estos temas: ¡TRUMP ANTISISTEMA! - BRASIL, Y SU ORGÍA PERPETUA - LOS PAPELES DE PANAMÁ Y VENEZUELA EN SU LABERINTO. En el desarrollo del DOSSIER, que es, como se titularía el texto,  la importancia de los temas se extendió el análisis, lo que obligó a separarlos para ser colgados en el BLOG, independientemente.
 Estos acontecimientos se desarrollan en línea geográfica vertical de norte a sur, en el hemisferio. Son trascendentes en la esfera global de la humanidad. Las vertiginosas narrativas económicas, sociales y políticas modifican rápidamente la aparente y apacible cotidianidad. La interpretación de esos relatos no es de fácil aprehensión porque la esencia de los modelos apenas muestra un vago boceto. Están refundidos en las catacumbas de los que diseñan el nuevo orden mundial. Es la moderna cristiandad, sin cristo, es el dinero el poder y la riqueza lo que modificará la visión de una nueva humanidad.
Las hegemonías que alientan un mundo diferente, según sus propias teorías, traen la impronta de un mandato divino. La  estratificación de la sociedad que la historia nos ha mostrado; los sacerdotes del nuevo antropocentrismo pergeñan una pirámide más “chata”. Son los albores del moderno esclavismo: amos y esclavos. El segmento medianero no tiene ubicación entre el poder y el súbdito.
Donald Trump, salido del fastuoso mundo del dinero, experto multiplicador y adorador de la riqueza, rompe a hachazos el stablishment de la política y su práctica secular. Es el arquetipo posmoderno del político estadounidense. Reagan y W. Bush, de los contemporáneos, lo paragonan por su aparente estulticia. Trump los supera. Ha montado una estruendosa ópera bufa; pues carece de cualquier asomo de un antecedente de gestión pública por voto popular, o de un polémico y político tertuliano. Pero los aventaja con el universal leitmotiv de la cultura y entretenimiento de la sociedad en que vive y conoce desde las candilejas. Desde los negocios de la calle, primero, y más luego desde los lobbies, de los portafolios del dinero licito e ilícito. Y, por supuesto desde sus vecindades con los duros del poder y la política.
La ventaja de ser Trump, es que registró su marca, como cualquier producto de consumo masivo. En los laboratorios del marketing solo es necesaria la imaginación y la fantasía, porque, aquí, todo está permitido. La política en la sociedad de consumo conserva las propiedades para transformar la basura en pastel de mesa.
Trump, repito, conoce bien el mundo en que vive. Mundo poblado de élites y consumidores voraces, sabedores de los misterios del más allá y karmas esotéricos de dioses y luciferes; pero ramplonamente desconocedores e indiferentes del “contrato social” que toda sociedad lleva implícito en su ADN. La cultura y educación política de la sociedad estadounidense riñe ominosamente con el apogeo de la ciencia, la tecnología y los cenáculos del pensamiento que ha construido: sus universidades. Es el sistema que privilegia la alienación con toda su parafernalia: el cine, la televisión, el individualismo y el chagrillo de sectas religiosas -verdaderas organizaciones hamponiles y embrutecedoras-. Es la tierra fértil abonada por los clanes del poder, donde siembran a placer: la ignorancia política que da magníficos frutos: mantener las cúpulas intocables, invariables; desde donde organizan, construyen y destruyen el mundo de acuerdo a sus intereses.
Trump está hecho a su esa medida. Sin poseer pergaminos académicos comprende de que esta hecho el mundo, aunque no conozca cómo construirlo a su medida. En el trajinar de la campaña por la nominación ha demostrado en su retórica, que el sistema que ordena su nación se encuentra en decadencia y ha contado sus verdades, que antes ni ahora, nadie lo ha hecho. Los semovientes de la política profesional sienten temor, rabia e impotencia frente a un extraño en el paraíso. Las corporaciones, que son la que cortan el jamón, están satisfechas con este nuevo ícono de la seudo política. Se presenta como un retrato de postín, sus fastos de la riqueza los exhibe como lo hace sin pudor su megalomanía –con un gato e la cabeza, por su pelaje-, cuando las circunstancias mafiosas lo han obligado a conservar la fortuna, varias veces se ha declarado en quiebra. En los misceláneos de sus emprendimientos el juego de azar es uno de sus filones; sin asomo de moralina de mi parte, en el juego subyacen otras prácticas irremediablemente mafiosas –drogas, prostitución, lavado de dinero y otras travesuras-. Los creadores de imágenes, los que venden personas, postularon un Trump antisistema, es decir un  hijo extraviado en el stablishment político, los capos del partido republicano se negaban en público aceptar un enigma en sus filas, cuando en realidad bajo los portales de Wall Street y la poderosa banca, lo asimilaron como el hombre ideal. Una réplica de la entretenida y mordaz serie de televisión: House of cards.
La candidata contendora demócrata  Hilary Clinton, verdadera “zorra” cuando está cerca, o en el poder. Lo demostró en su papel de primera Dama, “mojándose el ojo” en los coitos interruptos de su marido con las pasantes en los aposentos de la Casa Blanca. También, cuando ejercía el cargo de Comisaria planetaria designada por el Negro Nobel; emulando a Julio Cesar, mientras testimoniaba por televisión el asesinato en vivo de Muamar el Gadafi, lanzó la sentencia del romano: veni, vidi vici. Consumación de su magna obra.

No existen diferencias cualitativas, salvo el sexo, con el magnate inmobiliario. Sin embargo sus pulsiones políticas las ha sentido desde las experiencias de su marido en el ejercicio de funciones de Gobernador en el Estado de sus orígenes; donde vivió los vericuetos del poder.  Hasta la época actual, es mucho tiempo en la vida de cualquier persona. Eso es, lo que precisamente la vuelve “zorra”. La trama de la serie de televisión House of cards, retrata fielmente los meandros que han recorrido marido y mujer con aviesos  objetivos por el poder; de ambiciones sin límites, ni escrúpulos, que se van presentando episódicamente en sus vidas desde la alcoba hasta la Oficina Oval, donde finalmente comparten los Underwood, Francis y su esposa Claire. Nada, absolutamente nada, será distinto en el gobierno de esta demócrata, al modelo del poder ejercido por W. Bush u Obama. Si el Nobel, con su indiscutible talento, la sociedad racista le cerró cualquier esperanza; en el mismo contexto, ahora machista, la “zorra” no alcanzará las uvas. “Que dios proteja a los EE. UU.”

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