Arq. Vicente Vargas Ludeña
Estimado amigo: La
ética es una categoría con vida propia. Sin ella el ser y la sociedad no
tendrían objeto, y sus vidas serían semejante a la manada, dominados y guiados
por el macho alfa.
La moral es la
extensión universal de la ética, indispensable para poder convivir
armónicamente. –mors more, igual costumbre del latín-. La ética y la política
son dos líneas paralelas, semejantes a las líneas del tren, en las mismas rielan
los vagones que cargan los valores fundamentales hacia el infinito destino de
la humanidad: la dicha, la felicidad, el disfrute; y sus contradicciones.
La organización de la sociedad, para su convivencia firma un
Contrato Social –Rousseau-. Para cumplir las partes ese contrato, se constituye
un Estado. El Estado somos todos. En la compleja y heterogénea pirámide social
existe una eterna y encarnizada lucha de clases, independiente de la voluntad
de los individuos. Por eso, en la pirámide, cabe todo. Desde el poder político,
y los otros poderes fácticos históricamente ejercidos por las oligarquías, la
plutocracia, y también por las divinidades. En la base de la pirámide se
encuentra, el más espeso y grueso
estrato: la masa humana, los desterrados del bienestar, la muchedumbre informe
que busca un lugar en su mundo y una explicación existencial.
La corrupción es la destrucción de las normas éticas y
morales. Se puede ser corrupto de muchas y variadas maneras. Pero el leitmotiv
que te atrae, atrapa angustiosamente y
sacude tus escrúpulos: es la corrupción en el Gobierno de Rafael Correa. La
descomposición moral del pasado no te inmuta, por eso defiendes con ardor a los
social cristianos y todo lo que se les parezca. Cuando te pregunté qué gobierno
en los últimos cuarenta años era para ti el más relevante, tu respuesta fue: León
Febres Cordero, porque había derrotado a la guerrilla Alfaro Vive Carajo; el otro prohombre de gobernante
para ti es: Yerovi Indaburu. Esa percepción del poder político te ubica sin ambages,
en un reaccionario que pisa la línea “facha”. La corrupción es despreciable en
cualquier lugar y con cualquier protagonista, porque ofende a la sociedad, al
individuo lo desmoraliza, maldice el horizonte de esperanzas.
En el Gobierno de Rafael Correa no ha escapado de esta plaga
mundial, pero también, muy hispanoamericana. No justifico en absoluto el miasma
que han excretado diversos grupos del gobierno. Los desprecio. Pero resulta muy
singular el fenómeno que ha envuelto en estos últimos tiempos al mundo con la
campaña anticorrupción, y que sea el País más corrupto y asesino del mundo:
Estados Unidos; y se convierta en el campeón de la honestidad y el respeto de
lo humano. Desde el Departamento de Estado, de la CIA y otros voceros salgan a
combatir ejércitos de ángeles y
arcángeles con sus flamígeras espadas y destruir, decapitar a los corruptos de
estos pueblos. El corrupto existe porque hay un corruptor. ¿Cuál es la meca y
destino de los ladrones universales? Miami y otras ciudades del “american wife
of life”.
Tu postura ética y política es hipócrita, y tus escrúpulos
morales los guardas en el ropero para poder salir a exhibir tus sentimientos incorruptibles,
a prontuariados y delincuentes confesos como soporte de tu desvalidez
argumental. Es la misma ofensa del muchacho que en la pelea callejera endilga
al otro: “tú serás más ladrón”.
Julio Cesar, esa conducta no refuerza tu solidez moral. Te
conviertes en socio de las narrativas de la pandilla de malandros que te ayudan
a “indignarte”.
Te pregunto ¿En la escala social, quienes son los ladrones
perennes e insignes en el Ecuador? ¿Son los desclasados, los pobres, los ladrones?
El lumpen es ladrón con puñal en mano en la calle solitaria. Las cárceles están
repletas de estos desgraciados de la sociedad. A los que acusas ahora, e
ignoras a los de ayer, viven a miles de kilómetros de donde estamos. Es a la
oligarquía creyente, católica, apostólica y romana la que encuentras al pie del
altar sacrosanto, dando una limosna para expiar sus latrocinios.
Cambia de chip. Sé que
tu solo no lo harás. Fíjate que tus mismos coidearios de la derecha, no han
podido comprender que el mundo ha cambiado, mucho y rápido. Tu admirado alcalde
de Guayaquil es una momia, y es parte de la cohorte de ángeles que denostas con rabia. Lo que debió ser una pujante
metrópoli, a empujones logra ser un pueblo grande en 24 años de administración
socialcristiana.
RECUERDA, NO VOLVERAN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario