12 febrero 2017

HIPOCRESIA Y FALSOS ESCRÚPOLOS


Arq. Vicente Vargas Ludeña
Estimado  amigo: La ética es una categoría con vida propia. Sin ella el ser y la sociedad no tendrían objeto, y sus vidas serían semejante a la manada, dominados y guiados por el macho alfa.
 La moral es la extensión universal de la ética, indispensable para poder convivir armónicamente. –mors more, igual costumbre del latín-. La ética y la política son dos líneas paralelas, semejantes a las líneas del tren, en las mismas rielan los vagones que cargan los valores fundamentales hacia el infinito destino de la humanidad: la dicha, la felicidad, el disfrute; y sus contradicciones.
La organización de la sociedad, para su convivencia firma un Contrato Social –Rousseau-. Para cumplir las partes ese contrato, se constituye un Estado. El Estado somos todos. En la compleja y heterogénea pirámide social existe una eterna y encarnizada lucha de clases, independiente de la voluntad de los individuos. Por eso, en la pirámide, cabe todo. Desde el poder político, y los otros poderes fácticos históricamente ejercidos por las oligarquías, la plutocracia, y también por las divinidades. En la base de la pirámide se encuentra,  el más espeso y grueso estrato: la masa humana, los desterrados del bienestar, la muchedumbre informe que busca un lugar en su mundo y una explicación existencial.
La corrupción es la destrucción de las normas éticas y morales. Se puede ser corrupto de muchas y variadas maneras. Pero el leitmotiv que te atrae,   atrapa angustiosamente y sacude tus escrúpulos: es la corrupción en el Gobierno de Rafael Correa. La descomposición moral del pasado no te inmuta, por eso defiendes con ardor a los social cristianos y todo lo que se les parezca. Cuando te pregunté qué gobierno en los últimos cuarenta años era para ti el más relevante, tu respuesta fue: León Febres Cordero, porque había derrotado a la guerrilla Alfaro  Vive Carajo; el otro prohombre de gobernante para ti es: Yerovi Indaburu. Esa percepción del poder político te ubica sin ambages, en un reaccionario que pisa la línea “facha”. La corrupción es despreciable en cualquier lugar y con cualquier protagonista, porque ofende a la sociedad, al individuo lo desmoraliza, maldice el horizonte de esperanzas.
En el Gobierno de Rafael Correa no ha escapado de esta plaga mundial, pero también, muy hispanoamericana. No justifico en absoluto el miasma que han excretado diversos grupos del gobierno. Los desprecio. Pero resulta muy singular el fenómeno que ha envuelto en estos últimos tiempos al mundo con la campaña anticorrupción, y que sea el País más corrupto y asesino del mundo: Estados Unidos; y se convierta en el campeón de la honestidad y el respeto de lo humano. Desde el Departamento de Estado, de la CIA y otros voceros salgan a combatir   ejércitos de ángeles y arcángeles con sus flamígeras espadas y destruir, decapitar a los corruptos de estos pueblos. El corrupto existe porque hay un corruptor. ¿Cuál es la meca y destino de los ladrones universales? Miami y otras ciudades del “american wife of life”.
Tu postura ética y política es hipócrita, y tus escrúpulos morales los guardas en el ropero para poder salir a exhibir tus sentimientos incorruptibles, a prontuariados y delincuentes confesos como soporte de tu desvalidez argumental. Es la misma ofensa del muchacho que en la pelea callejera endilga al otro: “tú serás más ladrón”.
Julio Cesar, esa conducta no refuerza tu solidez moral. Te conviertes en socio de las narrativas de la pandilla de malandros que te ayudan a “indignarte”.
Te pregunto ¿En la escala social, quienes son los ladrones perennes e insignes en el Ecuador? ¿Son los desclasados, los pobres, los ladrones? El lumpen es ladrón con puñal en mano en la calle solitaria. Las cárceles están repletas de estos desgraciados de la sociedad. A los que acusas ahora, e ignoras a los de ayer, viven a miles de kilómetros de donde estamos. Es a la oligarquía creyente, católica, apostólica y romana la que encuentras al pie del altar sacrosanto, dando una limosna para expiar sus latrocinios.
Cambia de  chip. Sé que tu solo no lo harás. Fíjate que tus mismos coidearios de la derecha, no han podido comprender que el mundo ha cambiado, mucho y rápido. Tu admirado alcalde de Guayaquil es una momia, y es parte de la cohorte de ángeles que denostas  con rabia. Lo que debió ser una pujante metrópoli, a empujones logra ser un pueblo grande en 24 años de administración socialcristiana.

RECUERDA, NO VOLVERAN.

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