Arq. Vicente Vargas Ludeña
“Un País es un territorio o nación políticamente
independiente que posee un gobierno propio con un conjunto de leyes,
administración, población y fuerza de seguridad”. Vocablo proveniente del francés,
“Pays”.
Construir, organizar un Estado-nación es obra de las personas
y los tiempos; en complejas relaciones y profundas contradicciones dialécticas.
La diversidad del desarrollo de los pueblos está eternamente signada por el
marco ideológico y político históricamente dado. No es aquí, el lugar del
debate de las leyes que ordenan la construcción o su destrucción. Haremos
referencia a algunos Países que dando saltos cualitativos, de pronto, se
desmoronan en todos los órdenes.
Argentina es un paradigma del recorrido sinuoso en la
búsqueda del bienestar de la Nación. Desde las cruentas dictaduras militares,
hasta los zigzagueantes caminos del hoy Presidente Macri; hablan de una crisis
arraigada en las entrañas del mismo devenir histórico. A pesar que, algún
momento de su historia fue un referente universal de un pueblo próspero,
económicamente y especialmente cultural. Para los gobiernos de los Kirchner, no
duda cabe, fue un desafío salir de las profundidades económicas después del
DEFAULT, SU CORRALITO Y LOS FONDOS BUITRES. Sin embargo, las pasiones negativas
sembradas por burguesías ideologizadas y clase medieros insatisfechos con todo,
a pesar de empezar a ser propietarios de lo que el consumo les oferta;
eligieron el camino opuesto. Macri demolió no solo las esperanzas, demolió la
Patria. Entregó el País a la hegemonía del Norte, sin beneficio de inventario:
la economía, la industria, los recursos, sus patrimonios; hasta su manida soberanía
del territorio: Las Malvinas. ¿Se puede esperar aplicar más explosivos a un
Pueblo, para derrumbarlo? Revisar los
indicadores macroeconómicos. Algunos valores compiten con varios Países
africanos.
Brasil, trae la misma cruz. Empezaba a ocupar estrados en el
concierto pujante de naciones, como referente de Estado soberano y en
crecimiento. Fijaos, Argentina y Brasil son la mitad territorial de hispano
américa. De enormes recursos humanos y naturales. Nuevamente se repite con
eficacia la teoría de la dependencia, en todos los órdenes. Los instrumentos de
la demolición son las bajas pasiones, que se repiten luego en otros países, la
más artera: la traición. Aquí entran novedosamente en el juego político, las
sectas religiosas del Tío Sam; aportando una nueva visión de lo religioso y lo político.
Un sombrío y amoral personaje –Temer- medía las distancias que debía recorrer
para despojar a Dilma Rousseff de la Presidencia y sentarse en compañía de un
sequito de felones y corruptos en el
poder. Claro, que la tragedia no llega a su fin dinamitando las bases del
desarrollo que Lula había construido. Para gobernar desde el fascismo ese
continente, era preciso un GORILA de la vieja especie de los primates,
sobrevivientes de la Escuela de las Américas. El catecismo enunciado desde su
campaña electoral dibuja un cataclísmico futuro, y una tortuosa vida para los
sectores más pobres y marginales. Es un enigma la Nación que desea construir,
desde su visión sectaria: judeo-cristiana. ¡El retorno a la Edad Media! ¡Los Caballeros
Cruzados en el rescate del Santo sepulcro! Con un mandatario de ese talante y
talento ¡Para que explosivos!
En éste vórtice de países que se derrumban con dinamiteros
internos, y por supuesto con los manuales que diseña para cada circunstancia el
Departamento de Estado de los Estados Unidos. El Ecuador ocupa en el momento actual
un señero escaño en la destrucción de lo que, propios y ajenos valoraban lo que
sucedía en el País en la década pasada. El rumbo que elige el grupo más
retrógrado es el abrazo mortal con el pasado. La traición, siempre la traición,
-“Me gusta la traición, pero odio al traidor”. Decía Julio César, Emperador-;
la burguesía local, los odiadores incurables contra el protagonista del
proceso: Rafael Correa, fue la mecha con negra pólvora, que grotescamente fue
incendiando el Estado de Derecho del País. Hasta el despojo de Nación que va
quedando como vergüenza y con saña, para escarnio de nuestros propios destinos,
orgullos y dignidades. Con razón inapelable exigimos una explicación propia a
nuestra estupidez, ¿Por qué fuimos tan incapaces de descifrar el MOSNTRUO
AMORAL, DE INSIGNIFICANCIA INTELECTUAL, INCLAUDICABLE TRAIDOR, DESPRECIABLE Y REPUGNANTE
ESCOMBRO HUMANO, QUE ES LENIN MORENO GRACES? He ahí, cómo se derrumba un País.
De lo que sucede en Centro América: El Salvador, Honduras,
Guatemala, Haití… son la quimeras de históricos sueños, siempre han sido, solo
eso: sueños. Aunque héroes hayan, ayer, hoy y siempre.
Colombia igualmente, su status nunca cambiará. ¿Será mejor
que mañana?, a lo mejor, pero mañana será peor, que ayer. No es atribuible a
maldición alguna, simplemente las fuerzas internas y externas la diseñan de esa
manera; la hegemonía imperial, sus elites internas la requieren, así:
amenazante, peligrosa, puta y narcótica.
Poco queda ya de esta disquisición. México limpia los
escombros que gobiernos gamberros y lacayos en comandita con el crimen y el
imperio, desolaron la moral social, amenazaron y desaparecieron vidas, bienes y
esperanzas. La preparación de la mies y enterrar la semilla, es de largo
alcance. Demasiada maleza hay en la sociedad. ¡Cosechas habrán! ¡Nadie sabe
cuándo, ni que frutos dará!
Bolivia y Venezuela son dos caras de la misma moneda. No
descalifico al Gobierno de Maduro; es tema de otro análisis, no lo rehúyo. Pero
Bolivia tiene dos haces en un naipe marcado para el triunfo y la apoteosis. Evo
y García Linera son modelos de estadistas. La lógica del sindicalista aprendida
en las luchas; y la lógica matemática del filósofo y guerrillero. Atrás los
sigue un pueblo. También odiadores incurables se arrastran intentando morder al
gigante, y por supuesto traidores. Siempre los habrá.
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