Arq. Vicente Vargas Ludeña 10-06-2015
El odio que las élites han instalado en el escenario político
ecuatoriano en los ocho años del Gobierno del Presidente Rafael Correa, es
superior al que se vivió en tiempos que Febres Cordero ejerció la práctica
política. Este personaje encarnaba el papel de mayoral, capataz -o como quiera
calificarlo- del poder económico. Y asumió el poder total; con acierto se le otorgó el remoquete de “Dueño del País”.
El odio adquirió dimensión patológica, persecutora de cualquier asomo de
comunismo o comunista; la pasión personal estaba presente en lo público o
privado: su resentimiento con su compadre, el militar Vargas Pazzos, llevó al país
al filo del desastre militar y político.
Hoy los mismos grupos oligárquicos, aupados por las Agencias
estadounidenses, están reverdeciendo aquellos sentimientos de odio y rencor que
son fácilmente contagiados a los sectores medios y bajos de la sociedad.
Para catequizar sus pasiones, la derecha recurre a cualquier
medio y cualquier agente: la prensa, la iglesia, la izquierda peregrina, los
indo-mestizos, los neocon yanquis…; en consecuencia sus campañas son apabullantes
en la crítica o descalificación de todo Proyecto, político, económico o social.
Está descontado que el Gobierno permanentemente estará proponiendo reformas y
cambios en el proceso de modernización del Estado, que se ha empeñado;
consecuentemente, habrán eternas causas y justificaciones para que aparezcan a
millares redentores de los pobres. ¡Y qué apóstoles! ¿Por qué será, que a los
pobres siempre les salen misioneros que son más pobres? Porque moralmente: son
miserables.
Las razones actuales que esgrimen el lumpen político del
apocalíptico desastre que nos destruirá: son los Impuestos a la Herencia y a la
Plusvalía. El manejo burdo, falaz y clasista que hacen con arrogancia para transfigurarse
en el otro y supuestamente defenderlo, es la simplificación de los pobres: “su
terrenito”, “su casita”, “su negocito”, “sus cositas”; todo eso que les ha
costado adquirir en largos años de su vida, será mañana “usurpado por el Señor Gobierno”.
No mencionan jamás su verdadero mundo de poder patrimonial y económico: las
Acciones, las Empresas, la Cuentas bancarias, las offshore aquí y allá, los
Fideicomisos, los Holdings, las Mansiones, las Dinastías, los lavados de sus
activos y narco dólares etc. Etc. Parangonando con las concentraciones religiosas,
a estas las componen solo la masa, la gleba, la chusma, por eso buscan a “diosito”, a la “virgencita”, al “santito”;
jamás se nota la presencia de una distinguida dama, o, de un apuesto caballero.
Ellos tienen otras vías directas para comunicarse con dios y llegar a él.
El mensaje cargado de repulsión, aversión provocan disgusto e
incertidumbre son los elementos subyacentes del miedo, lo que vuelve al sujeto
juguete del perverso y de la perversidad. La salida de este inframundo es el
odio.
Las oligarquías cuando pretenden hacer prevalecer sus modelos
de Estado, de sociedad, economía; siempre remiten su imaginario a EE. UU., o, a
Europa. Pero no especifican porqué, son sus ejemplos. Está claro que jamás los
estudiaron, ni los comprendieron; además el Norte imponía sus políticas para
conservar sus intereses, y a estos les
gusta someterse. Pero estos burguesitos han tenido antepasados o ellos mismos
vivieron, o tienen patrimonios en esas geografías. Por eso, ese apego
irrefrenable al esplendor del American way of life. Resulta inexplicable que no
conozcan las estrategias y políticas, de como esas naciones llegaron a tal
nivel de desarrollo y bienestar. El New Deal (nuevo trato) diseñado en la peor
crisis económica y social de los EE. UU., fue el inicio del arranque hacia un
nuevo horizonte de progreso de esa nación. Hasta que el neoliberalismo de F. von
Hayek y Milton Friedman, se tragaran el Estado de Bienestar; y pasaran a la
otra etapa del “sálvese quien pueda”. Lo mismo puede decirse de Suecia, Japón y
Europa que viven al borde del cataclismo capitalista.
El merito del Gobierno actual es la cosmovisión del fenómeno global
de la sociedad ecuatoriana imbricada en el contexto global. Rescatar el papel
del Estado regulador y promotor del bienestar del pueblo. En consecuencia dejar
lejos el vergonzoso pasado y acercarnos al primer mundo es una utopía, de la que Eduardo Galeano nos enseñaba: que
sirve para caminar; y que si la merecemos.
La inquina que los políticos lumpen imprimen a todo acto de gestión
del gobierno, son una grosera burla a la inteligencia de la gente.
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