Arq. Vicente Vargas Ludeña
La Canciller María F. Espinosa
argumenta que Guillaume Long, delegado a la ONU, ha tenido siete meses y no
reaccionó ante el cataclismo ético-político, que ahora, su Esperpento líder estaba
provocando en el País. Otros, con el mismo razonamiento, le endilgan a ella y
la cohorte de funcionarios que se arrellanaron en sus escritorios aplaudiendo
el nuevo curso de la historia política ecuatoriana. Fueron diez años, se debe
recordar, que se sumergieron en el gobierno anterior. Y fueron exitosos y
felices.
Seamos sensatos. Los diez años les
valieron mucho, demasiado. Pero luego,
decidieron entrar en contubernio con lo más retrógrado de la derecha, otros
politiqueros y el lumpen bucaramista. Para dar esos pasos se requería: 1.- adormecer
la conciencia; Y, 2.- apalear los principios. Elegir el camino de la felonía y
la traición; negar el pasado, volverse un reaccionario y sobretodo falaz.
El delegado ante la ONU le requirió
siete meses para dimensionar la patraña, describirla, condenarla, y obedecer a
su conciencia: “RENUNCIAR CON DIGNIDAD Y LEALTAD” al estropicio que amenazaba llevárselo
a la ignominia. Hay una abismal diferencia: temporal, cualitativa y
cuantitativa.
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