Arq. Vicente Vargas Ludeña
El Cuántico no tiene límites.
Confirma el síndrome del baldado físicamente: lleno de resentimientos, bajas
pasiones, envidia y odio hacia los otros. Su íntima misión, destruir a Rafael
Correa. Comparte las mismas emociones y sentimientos de los “odiadores genéticos”
pequeños burgueses. Para que desde el exterior, lo regresen a ver; monta una fechoría,
propia de un Narco Estado. Colombia poseedor de esas cualidades, son el pan del
día.
Estallar un carro bomba en portal de un edificio abandonado o
en construcción; y atribuirles a los narcotraficantes es una grosera y estúpida
–como todo lo que hasta aquí ha demostrado- estrategia, para advertir del miedo
que dejó la “década perdida”, en la sociedad ecuatoriana. Pronto tendremos
agentes de la DEA, ayuda de los expertos colombianos y una Base militar para
protegernos.
El Ecuador no tiene sedes de carteles de la droga. Tiene
PEONES. Estos son: los obreros de una parte de la industria y transporte de la
droga. Hasta ahí, su engranaje. El sistema financiero y las masas de dinero que
produce el negocio se ventila en la Grandes Torres de la Capitales mundiales,
de la más brillante arquitectura tech: y en los lobbies de los centros de poder
político.
Si, con estos petardos, el Cuántico sueña afirmar su autoridad,
atemorizar a la población, cambiar el curso de la Consulta. Es que se confirma,
lo que ya la ciudadanía se percató: que su estructura psicosomática están en un
indetenible deterioro.
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