Arq. Vicente Vargas Ludeña
Te llamaré por tu nombre sin ningún protocolo: Lenin Moreno
Garcés, oficiante de mandatario de la República. El puesto que tu silla
metálica ocupa en la casa matriz del estado, te lo otorgamos como un pueblo al
que le habían renacido las esperanzas en los últimos tiempos. Diez años de
ansioso horizonte por donde caminar, con
la intrínseca contradicción dialéctica de “la lucha de clases”. Llegaste a
nuestro llamado colectivo de cambio constructivo; gigantescas tareas por
levantar, de una vez, una gran Patria; un proyecto hacia adelante, al futuro,
para nuestras generaciones que vienen atrás. A cambio de nuestros postergados
deseos y esperanzas, abriste las puertas del infierno. Todos nos preguntamos perplejos
¿Qué sucedió?
Yo siempre creí que no
tenías fibra, capacidad ni talento de “líder”. Alguien, alguna vez –en Santa
Lucía en el primer lanzamiento de la candidatura del Binomio Correa-Moreno- me
dijo: “pobrecito es inválido, pero parece un hombre bueno”. Había heredado un bagaje,
un acervo de una década que con un mínimo de talento e inteligencia- se puede
asimilar y comprender lo que es un Estado, su estructura política y cómo
gestionarlo con ética e inteligencia. Ya habías saboreado las mieles del
stablishment político, en la próspera, civilizada y refinada Suiza con toda tu
parentela prolongados meses, con los dineros del erario nacional. ¿Qué más se
puede desear?
Pero no. No habían
existido esas mínimas cualidades para ocupar con honor, dignidad y fidelidad el
espacio con tu silla metálica: el MÁXIMO PODER de una Nación. Y más bien, empezaste
aplicando con perversidad, tus traumas genéticos y otros adquiridos:
traicionando a tus
compañeros, descalificando, renegando de las batallas que se libraron en los
diez años bajo un firme liderazgo de Rafael Correa, que también compartiste en
los quehaceres del poder. Los múltiples errores, que los hubo, los
sobredimensionaste y hasta los teatralizaste; con mímicas de bufón y lenguaje
de arriero.
Abiertas las puertas del averno, sacaste tus propios demonios para
dañar, zaherir y hasta atentar la vida con los que compartieron contigo, por mucho tiempo la mesa
del manjar y del vino. Hipócritamente extendiste la mano, no para acercar las
ideas y los ideales, sino para compactar y conchabar con los rufianes de la
política, la pandilla que te realicen el trabajo sucio en el desarraigo de la
memoria colectiva: el ícono, que se convirtió Rafael Correa. El máximo galardón
que –parece es una propiedad de tus genes- es merecedor por toda tu vida: la del
INSIGNE TRAIDOR. El infierno está lleno de ellos. Seguro, que si te ponen a
elegir: el plácido y fresco cielo, por el ardiente infierno; preferirás el
segundo: ahí hay empatía, filing, encontrarás al instante y reconocerás a todos tus
coidearios felones.
Soltar la jauría de carroñeros de especies diferentes de sus
represados tugurios: bucaramatos, emepedistas, mestizos indianizados, mercenarios,
lumpen a la carta; en el bajo mundo. Banqueros, mercaderes, agiotistas en la
otra clase, que financian sin recato el fin de Rafael Correa en la política. Tú,
Moreno, en tus entrañas anhelabas cumplir ese ansiado propósito. No se queda
fuera la cohorte de traidores, la burocracia, oligarquía que se venden por
mendrugos, acompañarte en esa piadosa misión.
Sentarse frente al televisor es repulsivo porque las especies
de jaurías arriba descritas desbarran contra la corrupción, la tragedia, la
década perdida, la homosexualidad, los violadores, la pobreza económica, las
drogas… y un infinito poder de muerte que nos espera. Pronosticado por lo más
abyecto y amoral de la política ecuatoriana. Cada semana que funges de
mandatario ahondas el apocalipsis, con el uso de una sintaxis y una semántica
elemental, peregrina y cantinflesca. Los que encabezan esas bandas de
delincuentes, -que se dicen políticos- en las pandillas lo respetan y escuchan,
por eso blasfeman, gesticulan, amenazan; se transforman y adquieren la faz de
las hienas con hambre. Ellos con su poder que tú les delegas, ofrecen llenar
las cárceles de ladrones y actores de todos los delitos imaginarios que el mundo está matizado.
Ofende a la inteligencia, primero. Luego la sensibilidad, las
buenas costumbres, la moral ciudadana, a la juventud que sueña un mundo feliz.
Todo aquello se desarrolla en una mezcla macabra entre lo bueno y lo malo;
entre lo feo y lo bello; entre la estupidez y la racionalidad. Porque los
panegiristas del bien, sus vidas pasadas y presentes están lastradas por la
vileza, la avilantez, la indecencia, la inmoralidad y la más variopinta
procacidad. Ese es el carnaval de taberna que has montado con los contertulios
que iniciaste el diálogo. Y que tus taras morales, patológicas, alimentan el
odio, la postergada venganza construyen la pira donde nos inmolaremos todos ¿Tan
profundas y venales son tus íntimas emociones negativas contra los demás? ¿Ese
cuerpo postrado que muestras, exige tanta revancha para que tu conciencia logre
un minuto de serenidad?
Tu administración en el gobierno es una caricatura de un
Estado que busca si cesar salir del subdesarrollo, la pobreza y abolir el
delito y al delincuente. Tu conducta díscola no edificará lo que la sociedad
requiere. Tus mitomanías a fuerza de dramatizaciones buscas convertirlas en verdades:
que la “cámara escondida”; que te robaron las magnas ideas “Toda una vida”… Y así,
hasta el infinito de tus marrullerías grotescas.
Te advierto, no llegarás lejos, el infierno que calientas
terminará CALCINANDO LO QUE TE SOBRA. NO TIENES LIDERAZGO; ERES HUÉRFANO DE
INTELIGENCIA NECESARIA PARA SOMETER A LA BESTIA QUE ALIMENTAS; ESTAS RODEADO DE
MALANDROS, TRAIDORES Y FELONES. NO DEJARÁS DE SER MEDIO HOMBRE FISICAMENTE QUE DESPIERTA
COMPASIÓN Y CONMOCIÓN Y HASTA CONMISERACIÓN, CON UNA EXTRAÑA DOSIS DE ENVIDIA
POR HABER LLEGADO HASTA DONDE TU SILLA METÁLICA SE ASIENTA.
SI LOGRAS DESPERTARTE, Y LOS TUYOS ACEPTAN DE DONDE VIENEN,
TE SUGIERO QUE REGRESES. LOS CINCO MINUTOS DE GLORIA QUE LOS HOMBRES BUSCAN A
CUALQUIER COSTO, YA LOS DISFRUTASTE. FIJATE EN LA FOTO DONDE APARECES CON TU
GALLADA QUE BUSCA UN ESCRITORIO EN LA BUROCRACIA. UN INCIERTO DESTINO DIBUJA EL
ROSTRO CON CRUDO REALISMO: SIMPLES MUERTOS DE HAMBRE.
Que bello
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