Arq. Vicente Vargas Ludeña
España y América Latina son regiones características. Tienen
los mismos ligamentos sociológicos que amalgaman sus historias pasadas y
presentes; desde el Rio Bravo hacia el
Sur; lo mismo, desde los Pirineos al Mediterráneo. México y España, por
ejemplo, -siempre lo señalo como paradigmas- arrastran las mismas taras
históricas. No han sido capaces de asimilar, ni por osmosis, el desarrollo
científico-técnico e industrial de sus vecinos del Norte. La vida contemporánea
de esas naciones se asienta sobre milenarias culturas pasadas. Pero el aborto
sincrético que esos encuentros debieron parir, fue más bien depredador del que
tenía el mosquete y la cruz, en América. Y en España, para el que tenía las armas, la estrategia y el poder global,
para la época. A España la violaron y birlaron: los musulmanes, los franceses,
los ingleses; sin mencionar los bárbaros que la pisoteaban, y el coloniaje
romano al que vivió sometida. México, nada asimiló del impetuoso desarrollo de
su vecino del norte. Más bien emigraron a él, era y sigue siendo más cómodo.
España hace lo mismo. Emigra hacia el norte. España no abandonó la concepción
feudal –según una encuesta reciente el 25% de los españoles siguen creyendo que
el sol gira alrededor de la tierra- del Estado y la sociedad: la Monarquía, la
iglesia y la “fiesta siesta mediterránea”. Cerrando las puertas a la
Ilustración y Revolución Industrial. Setenta años en el poder del PRI, en
México. Setenta y más años de un coctel fascista, con Franco; y de una híbrida
transición y más de lo mismo en los últimos años. ¡Qué resistencia! Sin embargo
los corifeos fachos interceden, porque en Venezuela debe terminar una “tiranía”.
México es el resultado de un juego de fuerzas: el dominio
absoluto de las élites desde la colonia, con ancestrales pujos de nobleza,
heredados de la “madre Patria” – donde hasta hoy, cualquier plebeyo henchía su
pecho con alguna torpe esperanza que aparezca en su árbol algún aristócrata.
Ésta estúpida visión, es otro acendrado objetivo en la vida de los españoles
que permanece vivita, sueñan, adoran, son capaces de invertir su alma, o
investir el mundo para que alguna migaja de nobleza les caiga con un título
nobiliario. Como el Marquesado que tanto buscaba en España, Mario Vargas Llosa.
Por eso, tener esperpénticos monarcas como hoy los tiene, vuelve al País,
similar a liliputienses -mentales- emperadores y sátrapas africanos.
España es una
tragedia, el franquismo, la omnipresencia creyente en dioses –antes eran solo
católicos, hoy comparten con multitud de sectas religiosas- lo cual retorna a
sus primigenias raíces: el miedo a dios, y las múltiples formas de enriquecimiento
a cualquier costo. Divide a la sociedad, en los que se han despojado de esas
basuras y desean construir una nación moderna; y los que creen, que con castillos
y templos medievales, mucamos y meseras, el País aparecerá en el del primer
mundo. El Presidente actual, M. Rajoy es un farsante e impostor, lo mismo que
el famoso reyezuelo, cuando engañan a toda su feligresía que España es la
cuarta economía de Europa. Si todo el dinero que ha recibido desde que Europa
la conminó a entrar a la Comunidad Económica y sus Tratados, lo hubiese
recibido cualquier País africano, también sería una economía con ese membrete. Rajoy
es un mediocre, canalla y ladrón. Jamás menciona los millones de parados, los
millones de jóvenes expulsados de su patria, la desbordante deuda pública y
privada, el infamante despojo de la vivienda a los ciudadanos y su impagable
deuda, el manejo imposible de su crisis fiscal, de la fuga de capitales hacia
paraísos del dinero, las grandes corporaciones que no tributan en parte alguna,
la cofradía de malandros que su Partido Popular aúpa y que se han enriquecido
si pudor, siempre. Que España, poco tiene para aportar a la dinámica económica,
a la ciencia, a la tecnología de la Europa desarrollada. España de hoy, es la misma de 1492, con las respectivas
excepciones del automóvil y el avión. De imperio colonizador, convertido en
retazo colonial, manteniendo en sus goteras un enclave de una ex potencia
extranjera, que promete nunca abandonar ese territorio: Gibraltar.
Es singular la postura de todas las fuerzas sociales,
económicas, culturales, políticas y demás, frente a la depredación que estos sinvergüenzas
causaron en su País. Son cientos de imputados por corrupción, que no se robaron
una gallina; atracaron millones de Euros al Estado y a los ciudadanos. Todos
desfilaron por los tribunales. Y todos, hoy retozan en sus casas, para escarnio
de los buenos, que los debe haber. En los Estados Unidos, después del atraco
financiero y bancario del 2008, donde el Estado concurrió con un salvataje de
setecientos mil millones, un solo despistado ejecutivo fue enjuiciado. Esos son
los contagiosos decálogos del neoliberalismo.
Las elecciones actuales en España para designar al gobierno,
son el espejo de un pueblo sin horizonte. Después del apoteósico 15M donde una
inmensa multitud de “cabreados” se tomaron las plazas, indignados de tanta
miseria moral y material que se había apoderado del País. Luego, a los tres
meses, la derecha más facha y reaccionaria es elegida mayoritariamente.
Recientemente se presenta una nueva oportunidad y la historia se repite con el
mismo y más craso cinismo. Ninguna duda cabe, las masas están contaminadas
moralmente. Se vuelven traidoras, para solo así, elegir traidores. Ya lo
probaron en el periodo anterior. Rajoy sin ambages le dijo al pueblo: yo, tenía
un programa de gobierno, pero debo gobernar con otro, porque las circunstancias
me precipitan. Hoy, ya conocen con que Plan seguirá estrangulando a los pobres,
y con quienes gobernará para incrementar el número de ricos y afortunados. El
pueblo que se reconoce asimismo, que se
auto valora, en lugar de darles un voto debió rebelarse, aprehenderlos y
entregarlos a los tribunales de justicia. Las espesas imputaciones y
prontuarios, que Rajoy y su combo tiene, en la Europa Institucionalizada y decente,
estos corruptos rufianes habrían ido a parar a la cárcel. En España son el
escarnio, vergüenza, humillación…También
indiferencia. Pero no. La sociedad en su conjunto está contaminada de un
carcinoma moral terminal. Terminará en girones, y retazos de Naciones.
El resultado de las elecciones es elocuente. Baja
participación, 51%. 70% de votos distribuidos para la derecha evidencia que la
tragedia vivida por el pueblo estos cuatro años se lo atribuye merecidamente.
Pueblo masoquista, pueblo infame. Pueblo que se merece los palos que ahora
recibe, y los que más tarde le vengan.
Que los dioses de los que están plagados se los administre. Y, que los ricos lo
disfruten a placer.