18 junio 2016

EL FUTBOL ECUATORIANO Y LA INTELIGENCIA


Arq. Vicente Vargas Ludeña
La inteligencia es la habilidad para resolver problemas. Todos los individuos normales son capaces de, por lo menos, siete formas cognitivas. Cada inteligencia, se basa, inicialmente, en un potencial biológico que luego se expresa como resultado de la interacción de factores “genéticos y ambientales”.
De las inteligencias múltiples  que al futbolista le corresponde: es la cinético-corporal. Y es, la que nuestros jugadores la poseen, escuálidamente. Físicamente están bien dotados. Intelectualmente, huérfanos. El conocimiento cinético-corporal se considera como apto para la solución de problemas. Esto se ve claramente en las especies animales –la plástica sinuosidad del guepardo en pos de la presa-. Es cierto, que efectuar una secuencia mímica o patear una pelota de fútbol no es como resolver una ecuación matemática. Y, sin embargo, la habilidad para utilizar el propio cuerpo para expresar una emoción (como en la danza), para competir en un juego como en el fútbol, o para crear un nuevo producto; constituye la evidencia de las características cognitivas de uso corporal.
Para ilustrar mencionaremos la escala de las inteligencias múltiples: La inteligencia (inmanencia universal). El talento (destreza). La prodigiosidad (el niño prodigio). La genialidad (el genio). ¿En que categoría de inteligencia cinético-corporal ubicaríamos a Pelé, Maradona o al presente Messi (“la pulga”)?
El futbolista ecuatoriano cuando lleva la pelota, la patea sin destreza ni cálculo. Luego se apura en perseguirla. El objetivo se vuelve la pelota, no la jugada; peor la estrategia. Messi lleva la pelota por delante, casi pegada a sus pies, a centímetros de sus zapatos. Su objetivo es la jugada, los aliados, el esquive, o el arco. La pelota es el instrumento. El gol, es la meta. Eh ahí la diferencia entre perseguir la pelota y perseguir la jugada. Entre patear sin orden ni concierto, y ejecutarlo armoniosamente divertiendose. Entre la grosera rutina y la genial creatividad.
Este texto ilustra fehacientemente lo que aquí sostenemos. Para ser buen futbolista se requiere una desarrollada inteligencia. En el momento en que la pelota abandona la raqueta del tenista que ha efectuado el saque, el cerebro calcula aproximadamente dónde aterrizará y dónde la interceptará la raqueta. Este cálculo incluye la velocidad inicial de la pelota, combinado con los datos de la disminución progresiva de velocidad y el efecto del viento y, después, el rebote de la pelota. Simultáneamente, se dan órdenes a la musculatura: no todos de una vez, sino constantemente, con información refinada y actualizada. Los músculos tienen que cooperar. Los pies se mueven, la raqueta se sitúa detrás, manteniendo un ángulo constante. El contacto tiene lugar en un momento preciso que depende de si la orden consistía en tocar la raya o cruzar la pista, orden que no se emite hasta después de un análisis casi instantáneo del movimiento y de la postura del oponente.
Para devolver un saque normal se dispone de un segundo para hacer todo esto. Tocar la pelota ya resulta notable en sí, y sin embargo no es infrecuente. La verdad es que todo el que habita en un cuerpo humano es dueño de una creación extraordinaria (Gallwey, 1976)

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