21 junio 2016

QUE LOS TERRORISTAS ENTIERREN A SUS MUERTOS


Arq. Vicente Vargas Ludeña
El domingo 12 de este mes –Junio-, todos los husos horarios planetarios se plagaron de noticias alarmantes, miedos, incertidumbres y asombros. Los titulares conceptuales –no informativos- enarbolaron cada uno su propio estandarte. Un individuo llamado Omar Maten 29 años; nacido en los Estados unidos, de origen afgano, armado con una verdadera panoplia de guerra, descargó todas las municiones sobre una muchedumbre de homosexuales y lesbianas que se divertían en un lugar de cotidiana frecuencia, en la ciudad de Orlando-Florida, USA. El saldo de vidas es de guerra real. Los sectarios, guerreristas, creyentes dogmáticos estupidizados, sicópatas, políticos oportunistas; cada quien conceptualizó el episodio informando y comentando desde su imaginación. “50 perturbados fueron asesinados en Orlado USA”; titulaba un periódico turco. “La tarea quedó inconclusa”; vociferaba un pastor en una iglesia norteamericana. “La tenencia indiscriminada de armas son las causas de estas masacres periódicas” señalaba otro comentarista. “Es el terrorismo islámico que quiere destruir nuestra Nación”; desgañitaba un candidato a las próximas elecciones. “La homofobia es una lacra que no tiene límites”, asuntaban simpatizantes de estos grupos.
El desarrollo de las fuerzas productivas en los Estados unidos, entiéndase como la capacidad de explotar todas las potencialidades humanas en procura del bienestar material de una sociedad. El sueño americano se convierte en respuesta a la búsqueda del funcionamiento exitoso del sistema –el éxito es el mejor de los éxitos, reza el pragmatismo como esencia del capitalismo- se vuelve imprescindible modelar una tipología de individuo. Es ontológica la encrucijada del nuevo “ser” y sociedad arquetípica al unísono. El nuevo “ser” debe estar modelado en función de la base material que se construye y la superestructura que debe gobernar la personalidad de los sujetos; en la cada vez más esplendorosa cultura del consumo; la que es, en última instancia, retro alimentadora de las formas de producción y de la cultura.
En la posguerra de los años cincuenta, el auge de la economía, la topogénesis y la estructura de pensamiento en la posmodernidad cambian. El urbanismo, la arquitectura rediseñan el lugar para vivir y por supuesto toda la urdimbre de relaciones y diferentes visiones del mundo. El espacio público se vuelve cada vez más privado. La burbuja intima-personal se ensancha. Cada uno, es un universo completo y contradictorio, porque la cosificación de la vida rutinaria uniformiza las existencias. La axiología en la lógica, ética y estética no son colectivas, son unidimensionales y unipersonales. Hay una tipología universal para la racionalidad, para el bien, y la belleza. La libertad y la democracia en los Estados Unidos es una y única. En consecuencia es paradigmática, debe ser trasplantada y emulada en el todo el orbe. Tiene raíces y mandatos divinos. Según sus panegiristas.
Esa insatisfecha cosificación de los individuos procura el surgimiento por doquier de academias y académicos motivadores de la auto superación personal. El inmanente ético de la autoestima, en la cultura norteamericana se transforma en el leitmotiv de la sociedad para llevarlo hasta los linderos de la sicopatía. Lo que Aristóteles en su Ética para Nicómano, plantea que el bien es el fin de todas las acciones del hombre. Savater dice: la ética es una toma de postura  voluntaria, fruto reflexivo y estilizado del amor propio y humano. Es decir lo que es una categoría inherente en el ser; adquiere nuevas dimensiones en F. Fukuyama, -pensador tanque de la retaguardia del sistema- cuando termina con el último hombre y surge el nuevo que debe responder en el marco del liberalismo y la democracia: al mercado y al  emprendimiento sin barreras. El liberalismo, para este coto ideológico, es la instancia jurídica que reconoce derechos y libertades individuales respecto al control gubernamental. Eres libre, pero tus límites están dados por los fines del capitalismo. La democracia, por otro lado, es el derecho a elegir con su voto a quien lo debe representar. Siempre irás a votar–te machacan el cerebro-  como el sistema te lo imponga, solo así serás un demócrata.
 En ese contexto, con buena puntería explota lo que se ha señalado arriba: “el reconocimiento” que el individuo reclama de los demás. Thymos según Platón y una series semánticas, de históricos pensadores: Deseo de reconocimiento, Espiritualidad, Deseo humano de gloria, Orgullo o vanagloria, Amor propio, Amor de la fama, Ambición, Autoestima…Todos conducen al mismo sujeto: exigencia al reconocimiento en el filo del éxito pragmático. Incluso las sectas religiosas, inculcan y pregonan con doble finalidad el éxito económico de feligrés, -a diferencia del catolicismo que destina sus rituales para una iglesia de los pobres, los ricos tienen otra- de esa manera se convierte en un contribuyente seguro de los diezmos.
Estos son los fundamentos del individualismo, aislacionismo, y rechazo a todo rasgo colectivo. Lo comunitario son prolegómenos de comunismo. Los negros, por ejemplo, socializan solo los domingos que asisten al rito religioso. La convivencia, no nace de las relaciones sociales, surge al amparo del conjunto de normas del derecho impuestas desde arriba: por el poder. Entonces el fenómeno adquiere dimensiones sociológicas, sicológicas, en fin, ideológicas, que cubre todo el espectro de la conducta humana. Una manera particular de interpretar la realidad, bajo el paraguas de un determinado modelo económico y político.
El hombre que habitó la sociedad sólida, ésta se volvió liquida en la posmodernidad de Z. Bauman; F.Fukuyama lo desapareció con “El fin de la historia y el último hombre”. Pero el nuevo individuo que nace al conjuro de la cultura de masas, cosificado, alienado, egoísta; requiere para conservar su burbuja íntima un arsenal militar en su casa, para su defensa de enemigos fantasmales que el sistema ha creado. El Estado les otorga ese privilegio de portar armas letales. La constitución los ampara. Y los lobbies industriales les garantizan la posesión de un “kitch destructor” en la vitrina de sus casas.
Que el asesino de Orlando haya sido el resultado de múltiples factores como el que se ha descrito aquí, es el inicio de otras implicaciones ideológicas que el sujeto las hubo de tener como resultado de los crímenes que el País en que nació está cometiendo con sus ancestros en sus lejanas comarcas. El Presidente Obama se niega a aceptar –no lo hará, porque eso significaría la aceptación de su ejercicio terrorista- esa triangulación terrorista: Estado Islámico, terrorista – Estados Unidos, terrorista - y el lobo solitario alienado-; haciéndolo éste, pagar caro las fechorías que el imperio comete con los pueblos que invaden. La serie de televisión Homeland, encara ese patrón que se está construyendo en occidente. Francia, Bélgica, Inglaterra, España y los que vendrán. Un terrorista de sus propios lares, y sus propios genes se vuelve contra los suyos, después de un largo y penoso tratamiento de enajenación. Al fin, el soldado de Estados Unidos que se mimetiza en los desiertos para matar a gente que no conoce, que no entiende porque está ahí, exige reconocimiento ciudadano, que jamás lo encuentrará, otros económico; es un terrorista que no distingue su papel, aunque no conozca a plenitud los alcances de Patria, ni los poderes que están detrás del verdadero poder.
Por último, Donald Trump no ha ocultado el arquetipo de individualismo que lleva en sus entrañas. Lo mismo es aplicable a la “zorra” que aspira al mandato presidencial. Es la supremacía nacida y cultivada al amparo de ese reconocimiento que exigen las personas de cualquier rango; más aún un magnate de esas dimensiones.  



No hay comentarios:

Publicar un comentario